Ni jaqueca ni amnesia
No sin cierto asombro, leo en EL PAÍS del miércoles 16 de diciembre que los socialistas han decidido en sus reuniones internas que Europa le cause más de un dolor de cabeza al presidente del Gobierno.Aunque sin duda he leído bien, me pregunto si esta noticia quiere decir lo que parece que dice. Efectivamente, una interpretación literal nos llevaría a pensar que el principal partido de la oposición ha decidido que, en cuestiones europeas, va a adoptar una actitud de crítica sistemática con respecto a la acción del Gobierno, con el objetivo de producirle un estado crónico de "jaqueca".
Si nos atenemos a las frecuentes declaraciones de los portavoces socialistas sobre su intención de mantener el consenso en cuestiones de política exterior, esta interpretación no puede por menos que sorprendernos. Hace dos años y medio, por ejemplo, el diputado Luis Yáñez, en respuesta a la comparecencia del Ministro de Asuntos Exteriores, para informar sobre las líneas generales de la política exterior, aseguraba: "Contará con nosotros en todo momento, porque en muchas ocasiones es necesario no sólo el pronunciamiento del Gobierno, sino del Parlamento en su conjunto". "Eso fortalece las posiciones de España y lo hemos comprobado reiteradamente en la última década", subrayaba el señor Yáñez el 30 de mayo de 1996.
Mal se compadece esta actitud, en la que caben las críticas constructivas, con la sistemática pretensión de querer infligirle al Gobierno un mal tan apocalíptico como la "jaqueca europea". Enfermedad ésta sin duda nueva en el panorama político de nuestro país, concebida en el laboratorio socialista dedicado al adoctrinamiento de la opinión pública y que, además, sólo sus inventores podrían curar. Sólo ellos tendrían, en efecto, las pócimas mágicas para poner fin a los insoportables dolores que sobre el Gobierno causaría el martilleo diario, en los medios de comunicación, de las calamidades espantosas que asolarían a nuestro país por la política europea que, según el principal partido de la oposición, tan incorrectamente dirige el Gobierno.
Por otra parte, me parece que una estrategia de esta naturaleza, tan dolorosa, tampoco estaría justificada por el cuadro clínico de la situación. ¿Hay acaso discrepancias graves, de fondo, entre el Gobierno y el partido socialista sobre los objetivos que España tiene en Europa?
¿Defiende el PSOE que España debe pagar más de lo que le corresponde en el gasto derivado de la ampliación o aceptar algo que vaya en contra de los principios de la cohesión económica y social? Seguramente no, aunque de la intervención en el Congreso de los Diputados del líder de la oposición, señor Borrell, el pasado 16 de diciembre, podría deducirse que deberíamos aceptar una propuesta, aunque fuese injusta, para no bloquear la ampliación.
¿Defiende el PSOE que España debe aceptar en el marco de un Pacto para el Empleo las nociones de dumping social o dumping fiscal? Seguramente tampoco, porque sería una incoherencia con la posición que mantuvieron cuando estaban en el poder, en la negociación de Maastricht sobre armonización fiscal y social. Entonces, como ahora, sabían que, de caer en esa trampa, lo único que conseguirían sería aumentar los costes laborales y, por tanto, generar paro en nuestro país.
Estos y otros muchos ejemplos que podrían citarse muestran que la estrategia de la "jaqueca europea" no puede estar en la cabeza de los líderes socialistas responsables. Al respecto me sorprenden mucho las afirmaciones del señor Borrell cuando asegura, una y otra vez, que "no acuchillará por la espalda" al Gobierno al tiempo que se refiere a la contradicción que hay entre rebajar el IRPF y pedir que se mantengan los gastos de cohesión.
Es muy noble por su parte utilizar este argumento de consumo interno que aporta sin duda una visión original de los principios sobre los que se fundamenta la cohesión económica y social en Europa. Por fortuna, argumentos como éste no tienen eco en la Unión Europea, donde la gran mayoría de países coinciden, con distintos matices, en la necesidad de políticas de reducción de la presión fiscal sobre el trabajo para generar empleo.
En conclusión, creo que sólo necesitaremos aspirinas si la nueva dirección del PSOE olvida las ideas que sus gobiernos han mantenido durante años en relación con la posición de España en Europa. Es más, la jaqueca puede afectar a otros si el partido socialista persevera con su política responsable de apoyar al Gobierno a conseguir metas legítimas en la Unión Europea. Después de todo, como dijo recientemente el ministro alemán de Asuntos Exteriores y próximo presidente del Consejo, señor Josh-ka Fischer, es perfectamente legítimo defender intereses nacionales y respaldar la construcción europea.
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