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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Castigo excesivo

A FALTA del aval previo del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, los bombardeos ordenados por Clinton contra Irak tienen una legitimidad dudosa; resultan desproporcionados ante la amenaza limitada que representa hoy Irak, y está en cuestión su eficacia para eliminar la capacidad iraquí de fabricar armas químicas y bacteriológicas. Este objetivo sólo es alcanzable mediante inspecciones sobre el terreno, que Sadam Husein ha entorpecido hasta límites poco soportables, pero que a partir de ahora encarecerá aún más.Por estas razones resulta sorprendente que el Gobierno español -también otros aliados europeos- se haya dado tanta prisa para concluir que el ataque era "necesario", por mucho que la misma nota lamente que ha sido la actuación de Sadam la que lo ha provocado. ¿Cuándo y cómo se llegó a esa conclusión? ¿Antes del ataque? ¿Por qué no se dijo? ¿Después? Si el Gobierno cree que es necesario recurrir a la fuerza, ¿por qué no participa como hacen los ingleses? Hace declaración expresa de solidaridad con sus aliados. ¿Con cuáles, con EE UU y el Reino Unido o con Francia e Italia, críticos ante la operación?

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Lo único que salva al insólito comunicado es que todos sus párrafos están escritos en nombre del Gobierno español, menos el que dice que "los españoles lamentamos" el sufrimiento causado. El Ejecutivo jalea un ataque de dudosa legitimidad y eficacia, y los ciudadanos lamentan unas muertes innecesarias e inútiles. Pero el estrambote final lo puso ayer el Gobierno al informar con semanas de retraso de que, con motivo de la anterior crisis entre Washington y Bagdad, EE UU cuenta desde noviembre con una autorización genérica para usar las bases españolas sin tener que solicitar un permiso específico.

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Quizá el Gobierno de Aznar ha sufrido el espejismo de creerse ante una repetición de la guerra de 1991, que llevó a una coalición internacional encabezada por Estados Unidos a expulsar a las fuerzas iraquíes que habían invadido Kuwait. Era un caso apoyado por el Consejo de Seguridad. Ahora, la "legalidad internacional" que el Gobierno de Aznar quiere ver restablecida la ha roto Bagdad, al no respetar las resoluciones, pero también Washington al usar la fuerza con un simple aviso, sin aval explícito del Consejo de Seguridad. La credibilidad de este último como legitimador de acciones militares internacionales ha quedado en entredicho. Estados Unidos ha demostrado que apela a la ONU cuando le conviene. A la hora de lanzar misiles contra Sudán, Afganistán o Irak, actúa de manera unilateral. Puede creer que así gana fuerza; la del matón. Pero pierde autoridad.

Los Gobiernos europeos -oficialmente informados tarde y mal- han dado un espectáculo lamentable, con una cacofonía que va desde un D"Alema que califica los ataques de "inútiles" hasta un Blair que se incorpora con sus propios bombarderos, pasando por un Jospin que los "deplora" y un Schröder que se declara comprensivo y solidario. Blair demuestra así que cree poder sacar más provecho de su unión con Clinton que de la desunión europea, que al final ha ahogado sus propias críticas en una mansa resignación.

Clinton quería atacar. No lo consiguió en noviembre, cuando Sadam cedió con los aviones estadounidenses en vuelo hacia Irak. Esta vez no ha dejado espacio a la vacilación. En la justificación del ataque sobresale el extraño papel desempeñado por el informe del jefe de los inspectores de la ONU en Irak, Richard Butler, un australiano que parece obedecer directamente a Clinton y no a la ONU. Habrá que contrastar su versión con la dada ayer por Irak, como habrá que cotejar los objetivos que el Pentágono dice haber alcanzado con los que Bagdad señala. Las bombas han alcanzado inmuebles que tenían cámaras de los inspectores de la ONU.

Sadam Husein no ha hecho nada por impedir unos ataques de los que este autócrata sanguinario puede incluso sacar provecho personal. Clinton no dijo qué pasará después de la paliza que propina a Irak. Pero salvo que haya un levantamiento popular contra el dictador iraquí, no está aún claro quién es el zorro en esta Operación Zorro del Desierto.

En cuanto a cómo entra esta operación en la ecuación del impeachment de Clinton por el caso Lewinsky, cualquier argumento para aplazar la votación de la Cámara de Representantes debería haber sido vuelto del revés. En vísperas de una votación tan trascendental, Clinton no debería haber procedido al ataque. Ahora, con la Cámara irritada al considerar que el presidente les ha ganado la mano, la votación sobre el procesamiento del presidente puede llegar mañana mismo con más partidarios entre los republicanos moderados. Es hora ya de que Clinton revise toda la estrategia seguida durante estos años contra el déspota iraquí, que no ha conseguido otra cosa que castigar al conjunto de la población sin causar mayor daño a Sadam.

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