Dime con quién andas
IMANOL ZUBERO Los abogados de Pinochet han logrado que sea admitida a trámite su demanda de anulación de la sentencia de los cinco Lores Jueces que, hace veinte días, fallaron contra la inmunidad del ex-jefe de Estado de Chile al considerar que su alta responsabilidad institucional no servía para justificar los crímenes por los que le reclama la justicia española. La razón esgrimida por los abogados defensores es la relación existente entre uno de los Lores Jueces y la organización Amnistía Internacional, parte activa en la causa contra el dictador. Se trata de lord Hoffman, que colabora con una organización que recauda fondos para la organización de derechos humanos. Por si esto fuera poco, su mujer trabaja como administrativa en Amnistía Internacional. Lord Hoffmann fue uno de los tres jueces que votaron en contra de la inmunidad de Pinochet. En las crónicas periodísticas se ha dicho que participó muy activamente a lo largo de la vista; sin embargo, su alegato es el más soso de los cinco, limitándose a asumir los argumentos de sus colegas: "He tenido la ventaja de leer el borrador de mi noble y sabio amigo lord Nicholls de Berkenhead y por las mismas razones que él ofrece yo también doy luz verde a esta apelación". Fueron los otros dos jueces que votaron contra la inmunidad, el citado Nicholls y lord Steyn, quienes argumentaron contra las alegaciones presentadas por la defensa de Pinochet: el secuestro y la tortura de los propios súbditos o de extranjeros no pueden de ninguna manera ser considerados como una función aceptable y legítima de un jefe de Estado, afirma Nicholls; si tal cosa fuera aceptada, apostilla Steyn, habría de considerarse igualmente parte del ejercicio de sus funciones como jefe de Estado el exterminio de los judíos ordenado por Hitler. La defensa del dictador apela a la relación de Hoffman con Amnistía Internacional para solicitar la anulación de la decisión judicial. Ya sé que el derecho a la defensa es un derecho fundamental del que debe disfrutar lo mismo un dictador que un terrorista o un violador de menores. Sé también que los límites morales y éticos de la actividad de un abogado defensor son sumamente laxos. Que la reclamación de los abogados de Pinochet pueda o no prosperar (es decir, que una cuestión formal pueda echar por tierra las consistentes argumentaciones que desmontan las pretensiones de inmunidad/impunidad del terrorismo de Estado) es algo que sólo compete al Derecho. Pero hay algo socialmente perverso en la argumentación de los defensores del dictador. La defensa de Pinochet parece querer decirnos: ¿cómo va a ser objetivo un juez que tiene relaciones con una organización de derechos humanos? Ante lo que yo me pregunto: ¿qué hay de los jueces que no tenían ningún tipo de relación con Amnistía Internacional? ¿son por eso más objetivos? No hay mejor objetividad que una subjetividad claramente afirmada. Aún más: ¿cómo puede alguien no tener relación con Amnistía Internacional o con cualquiera otra organización de defensa de los derechos humanos en estos tiempos bárbaros? ¿es más de fiar aquella persona que alardea de no mezclar ética y negocio (como algún patético empresario español que estos días ha aparecido en televisión lloriqueando ante la posibilidad de que Chile rompa sus contratos comerciales como medida de protesta)?. El escritor uruguayo Eduardo Galeano narra cómo se encontraba escribiendo su conmovedora historia de América Latina Memoria del fuego y cuanto más escribía más se implicaba en las historias que contaba. Preocupado por el hecho de que los libros de historia -se supone- deben ser objetivos, se decidió a consultar su caso con el poeta nicaragüense José Coronel Urtecho, quien le respondió: "No te preocupes. Así debe ser. Los que hacen de la objetividad una religión, mienten. Ellos no quieren ser objetivos: quieren ser objetos, para salvarse del dolor humano". Condenados equidistantes calculadores.
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