Mareando al ahorrador

Los fondos de inversión se han convertido en un poderoso instrumento de ahorro familiar y en una de las causas de la espectacular expansión de las bolsas. El éxito de esta fórmula, que acumulaba a mediados de este año un patrimonio de 32 billones de pesetas, no se debe sólo a que asegure rentabilidad al ahorro individual y familiar, sino también a que permite una financiación fluida del déficit público, puesto que en las carteras de los fondos suelen aparecer las emisiones del Estado como algunas de las opciones más rentables. El cuidado fiscal con que se ha tratado la inversión en estos fondos era un atractivo añadido que explica su aceptación por parte de los ahorradores. Por eso inquieta la decisión de imponer una retención del 20% en el momento de su liquidación total o parcial y de eliminar los coeficientes correctores que se aplicaban a las plusvalías de estos activos.La nueva retención, que será aplicable a partir del 15 de enero -otra precipitación indeseable, puesto que se obliga a las gestoras a adecuar sus programas de liquidación en apenas un mes-, pretende compensar en parte, con unos 150.000 millones aproximadamente, la pérdida de ingresos tributarios derivada de la reforma del IRPF. Estamos claramente ante un parche fabricado deprisa y corriendo para tapar un agujero, puesto que la tributación sigue siendo la misma y el Estado obtendrá los mismos ingresos con retención o sin ella. Y es inevitable preguntarse si es una decisión acertada desestabilizar la delicada normativa fiscal que se aplica al ahorro a cambio de enjugar con efectos contables una parte mínima de la pérdida de recaudación que causa la rebaja de impuestos, y que el Gobierno empieza a calcular ya en más de 700.000 millones de pesetas.

La respuesta inevitable es que se trata de una solución equivocada. Por definición, el ahorro es una decisión a largo plazo, y nada perjudica más a tales decisiones que los cambios legales improvisados, que introducen inseguridad sobre la rentabilidad y la tributación de la inversión. Por supuesto, se inducirá al ahorrador a buscar otros nidos para su dinero. Pero además se trasladará a la opinión pública la idea de que no hay tanto margen para aplicar el recorte de impuestos como pretende el Gobierno.