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Una profesora universitaria de Cádiz señala en un libro la vigencia de Don Juan Tenorio en la España actual

La de Don Juan Tenorio es, sin duda, una de las figuras más controvertidas de la historia de la ficción literaria. Desde aquel burlador del XVII atribuido a Tirso de Molina hasta hoy, casi todos los países y lenguas occidentales han tenido su modelo donjuanesco, extendido a todos las especies de creación, desde el teatro a la música, la pintura o el cine. Para reflexionar acerca de tan significativo personaje, la profesora de la UCA Ana Sofía Pérez Bustamante acaba de editar el libro Don Juan Tenorio en la España del siglo XX. Literatura y Cine, en el que 22 especialistas diseccionan distintas versiones y aspectos del más célebre conquistador. Sobre un censo de más de 120 donjuanes (sin olvidar algunas donjuanesas), esta recopilación discute fundamentalmente la significación sociológica del personaje, siempre expuesto como síntesis de sexo, poder y muerte. O lo que es lo mismo, instinto, sociedad y trascendencia. Como ejemplo, mientras los barrocos castigaban a Don Juan con la justicia divina, los románticos, identificados con su rebeldía, trataron de explicarse a través de él. El análisis de Don Juan en el presente siglo resulta jugoso. Mientras Marañón lo expone como un prototipo de indefinición sexual, los seguidores de Nietzsche ven en él la encarnación del superhombre; Ortega lo usa para encarnar la insatisfacción de los ideales de la sociedad, mientras Maeztu lo exalta como ejemplo de energía vital. Valle-Inclán mezcla en su figura el esperpento con el soldado fanfarrón de Plauto para hacer burla del militarismo español en las campañas de África.

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