La defensa de Clinton pide que el Congreso escuche la voz del pueblo
Abbe Lowell, consejero jurídico de la minoría demócrata en el comité de Asuntos Judiciales de la Cámara de Representantes, instó ayer a los congresistas a "escuchar la voz del pueblo, que no desea que Bill Clinton sea procesado para su destitución" por el caso Lewinsky. Lowell, en brillante defensa del presidente, aludía a las últimas encuestas, que confirman que el 66% de los norteamericanos está contra el impeachment, mientras el 32% está a favor. La Casa Blanca pidió a la Cámara de Representantes que antes de votar la destitución se deje guiar por "su conciencia y su juicio en pro del interés nacional".
Pero la mayoría republicana del comité hizo oídos sordos y presentó cuatro cargos de perjurio, obstrucción a la justicia y abuso de poder contra el presidente. El comité votará hoy o mañana el envío al pleno de la Cámara de Representantes de esas acusaciones. Sólo en dos ocasiones anteriores en la historia de EE UU, con Andrew Johnson en 1868 y Richard Nixon en 1974, el Congreso ha llegado tan lejos contra un presidente.Por eso resulta curioso el que la sensación de acontecimiento histórico que tienen políticos y medios de comunicación contraste tanto con el mayoritario desinterés popular. El jurista demócrata Lowell puso ayer el acento en ese hecho e hizo un llamamiento a que el Congreso no dé un paso que no cuenta con apoyo popular. Los republicanos del comité, no obstante, prefirieron escuchar los argumentos de su consejero legal, David Schippers. Éste detalló las razones por las cuales Clinton es presunto autor de cuatro delitos susceptibles de provocar su destitución. Dos son por perjurio -al negar bajo juramento que sus relaciones con Monica Lewinsky fueran sexuales ante los abogados de Paula Jones y el gran jurado de Kenneth Starr-, uno es por obstrucción de la justicia -al empujar a Lewinsky y a su secretaria Betty Currie a prestar falso testimonio- y otro es por abuso de poder -al engañar a su Gobierno y al pueblo y usar los recursos de la Casa Blanca para zancadillear al fiscal Starr-. " Clinton", dice el borrador de resolución, "ha minado la dignidad de su cargo, ha aportado bochorno a la presidencia, ha traicionado la confianza como presidente en él depositada, y ha actuado de un modo subversivo para la primacía de la ley y la justicia, con manifiesto daño para EEUU. Merece el procesamiento y el juicio para ser apartado de su cargo".
El comité votará hoy o mañana si transmite esas acusaciones y esa conclusión al pleno de la Cámara de Representantes. Los demócratas propondrán una resolución alternativa que afirma que Clinton "merece completamente la censura y condena del pueblo de EEUU y el Congreso". Lo probable es que los 21 miembros republicanos del comité voten a favor del impeachment y los 16 demócratas por la censura. De cumplirse este pronóstico, el pleno de la Cámara se reunirá en sesión extraordinaria la próxima semana para decidir si envía a Clinton a ser juzgado para su destitución en el Senado.
La suerte del presidente dependerá de dos docenas de republicanos moderados que no lo tienen claro. Lowell reiteró ayer la tesis de los defensores de Clinton: el presidente ha pecado, y así lo ha reconocido, pero no ha cometido delitos y, aunque así fuera, éstos no merecen su impeachment. Y citó al historiador Arthur Schlesinger para advertir: "Bajar el listón supondría crear una nueva teoría del impeachment, que debilitaría de modo permanente la presidencia".
El jurista demócrata utilizó parte de la grabación de la declaración bajo juramento efectuada por Clinton en enero ante la juez Susan Webber Wright y los abogados de Paula Jones, la mujer que le denunciaba por acoso sexual. Se trata de un cuarto de hora en el que Clinton contempla estoicamente cómo su abogado y los de Jones discuten sobre qué son relaciones sexuales. Lowell sostuvo que todo fue tan confuso, que, desde el punto de vista técnico, Clinton no cometió entonces perjurio al decir que las felaciones que le practicó Lewinsky no constituían relaciones sexuales. Lowell también empleó vídeos de declaraciones del fiscal Starr ante el Congreso, en las que éste afirma no acordarse de cosas que ocurrieron hace unos meses. Eso, argumentó, prueba que Clinton no mintió cuando dijo no recordar haber hecho regalos a Lewinsky.
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