El buey del belén
Ya están ahí cerquita las navidades, y en algunos lugares se montan nacimientos vivientes. En esos belenes suelen meter un buey de carne y hueso junto al portal y miren ustedes por donde, uno de esos bueyes nos lo soltaron en la corrida de ayer en Leganés.Fue el segundo morlaco del encierro y le cayó en auténtica desgracia a Óscar Higares. Dejó el bicharraco el toril con aire incierto y distraído, huyó de toreros y capotes, hubo que cambiar el primer tercio con un refilonazo porque no había modo de picarlo, y tampoco pudieron colocarle banderillas. Correteó después por todos los terrenos, buscando la salida y perseguido por su matador. Al fin, entró Higares a matar como pudo y acabó con aquella pesadilla. Después conseguiría las dos orejas del quinto. Construyó Higares una faena con pocas estrecheces y algo desacoplada en algunos pasajes, pero voluntariosa y de relumbrón. Ha cogido el vicio de torear medio tumbado y esa postura priva de estética a su toreo. Alguien debería decirle que Luis Miguel Dominguín, que también era un piernas largas, toreaba erguido y le salían los pases larguísimos. Que lo intente.
Pizarral, Oliva, Higares, García
Toros de El Pizarral, con trapío y cara, mansos. Segundo, auténtico buey. Emilio Oliva: metisaca en los bajos, dos pinchazos y se echa el toro (algunos pitos; estocada corta (oreja).Óscar Higares: media tendida y caída, dos pinchazos, falla el puntillero, media delantera, dos fallos más y se echa el toro (aplausos y saludos); estocada (dos orejas). Juan Carlos García: estocada delantera (aplausos y saludos); bajonazo atravesado (silencio). Higares salió a hombros. Plaza de Leganés. 5 de diciembre. 3ª corrida de abono. Un cuarto de entrada.
Los mejores muletazos de la tarde los instrumentó Emilio Oliva con el cuarto. Fue un mansurrón flojete y suave, que embistió con nobleza. Emilio aprovechó su buen son y lo pasó en tres series de naturales templados, ajustados y bien rematados. Aún hubo una cuarta serie muy torera, con cite frontal y unos remates de ayudados por bajo con auténtico garbo. Sólo consiguió un apéndice, tal vez porque no se puso de rodillas como otro. Con el primero de la corrida no pudo lucirse. Se quedaba muy corto el toro, con feo estilo y peligroso cabeceo y el diestro tuvo que evitar los hachazos con habilidad.
Juan Carlos García tuvo delante los peores toros. Un manso descastado que no pasaba y otro difícil y escarbador, que tomaba el trapo de mala gana. Con los dos estuvo valiente, sin arrugarse nunca y tratando de sacar partido de ambos. Algunos pases tuvieron mucho mérito.
Babelia
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