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Bach y los sonidos de Marte

Informaba ayer este periódico a toda plana en las páginas de Futuro sobre las nuevas imágenes del universo recóndito tomadas por el telescopio VLT, recién estrenado en Chile. Los astrónomos están de fiesta. Uno se siente tentado a celebrarlo releyendo Los sonámbulos, de Arthur Koestler, apasionante reconstrucción de la aventura científica quizá más romántica, la cosmología, de la mano de Copérnico, Kepler, Galileo y Newton, entre otros. Se hacía eco, asimismo, The New York Times en sus páginas de ciencia el pasado 10 de noviembre de un disco compacto que recogía los primeros sonidos extraterrestres, vientos de Marte, comercializados para el gran público en una particular e inquietante fusión con la música de Bach.El disco en cuestión ha sido producido en Minneapolis, Minnesota (Estados Unidos) por un avispado empresario, Kelvin W. Miller, asistente en octubre de 1997 a una conferencia de Ed Stone, director del JPL (Jet Propulsion Laboratory, California) que versaba sobre las últimas conquistas de la exploración espacial.

Stone dijo que la estación metereológica de la misión Pathfinder había recogido en julio del 97 hasta 22.000 medidas digitales de viento en la superficie de Marte (no habrá un sensor tradicional como el micrófono en Marte hasta diciembre de 1999) y sugirió que en teoría tales datos podían ser reconstruidos en sonido mediante un computador.

A Miller se le ocurrió la idea de mezclar esos sonidos con la música de Bach. "Cuando el Voyager fue lanzado al espacio en 1977 transportaba un disco conteniendo sonidos e imágenes seleccionadas para dar un retrato de la vida y cultura en la Tierra. Varias composiciones de Bach fueron incluidas. Además, parecía natural mezclar la música de Bach con los vientos de Marte", dijo.

Con los sonidos extraterrestres en una mano y la idea de Bach en la otra, el productor invitó a R. Kettlewell, pianista formado en la Juilliard School de Nueva York y presidente de la Sociedad Bach de Minnesota (en Madrid también existe desde 1981 una Sociedad Bach con orquesta y coro propios desde 1986; lleva ya organizados 83 conciertos aunque, de momento, no ha caído, que yo sepa, en tentaciones galácticas), a interpretar 17 preludios o piezas procedentes de cantatas o suites de Bach, agrupadas en cuatro bloques, en cada uno de los cuales frenan frente al silencio los vientos de Marte. La publicidad dice que cada tipo de viento es distinto pero, la verdad, uno no percibe excesivas diferencias entre ellos, ni tampoco con los vientos del Levante o Poniente terrestre ni con los de la sierra de Guadarrama. El efecto que produce el disco es, en cualquier caso, el de un Bach interpretado al aire libre, lo cual no está nada mal porque, claro, se trata de Bach. Los primeros indicios que se tienen es que el disco va a arrollar en Estados Unidos. Dudo más de su penetración en Europa, pero no me atrevo a afirmarlo muy fuerte tal como están los tiempos.

La invasión Bach que se prepara para el año 2000, para conmemorar el 250º aniversario de su muerte, puede dejar en un juego de niños a la que tuvo Mozart en 1991 con motivo del segundo centenario de su fallecimiento. De momento, Teldec Classics ya está anunciando a bombo y platillo en revistas musicales con el título Bach 2000 el lanzamiento de una edición completa de la obra del compositor a partir del 28 de julio de 1999, con los Harnoncourt, Leonhardt, Koopman, Staier, etcétera. No hay que olvidar que de las cantatas interpretadas por los dos primeros se han vendido en España 2.500 colecciones (150.000 discos compactos), una cifra superior a cualquier otro país del mundo. El estupendo sello alemán Hännsler, en cooperación con la Bachacademie de Stuttgart, dirigida por Helmuth Rilling, han estado aún más rápidos y ya tienen en la calle (y con textos en español incluidos) las tres primeras cantatas, las sonatas y partituras para violín solo y El arte de la fuga de un Bach al completo de 160 discos compactos, que irá saliendo a razón de 10-15 unidades cada dos meses para culminar en la primavera del 2000. En otro orden de cosas, los japoneses del Bach Collegium y su director, Masaaki Suzuki, siguen publicando cantatas en el sello noruego BIS, y hasta ETB tiene planes de emitir por televisión todas las cantatas una a una.

A más de un año vista, las expectativas de una regeneración cultural con el nuevo siglo miran a Bach como un punto de referencia. Bach es la música, la cultura, el pensamiento. Es un faro, incluso, para los sonidos que vienen de Marte.

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