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Rusia estudia reimplantar la pena de muerte para frenar el crimen

Hace dos años largos, desde agosto de 1996, que, excepto en la rebelde Chechenia, no hay ejecuciones en Rusia. Fue una concesión de Borís Yeltsin tras la entrada de su país en el Consejo de Europa. Ahora, esa tregua peligra. Vladímir Kartashkin, que dirige la comisión presidencial para los derechos humanos, consideró ayer probable, en declaraciones a la agencia Itar-Tass, que acabe la moratoria. "Es obvio", señaló, "que será revocada". Horas después, sin embargo, decía a la emisora Eco de Moscú que la pena capital no disminuye la criminalidad y que su organismo, consultivo, está contra su aplicación. Dos días antes, el primer ministro, Yevgueni Primakov, había defendido el ojo por ojo.La conmoción provocada por el asesinato de la diputada liberal Galina Staravóitova, perpetrado el 25 de noviembre en San Petersburgo, ha obligado a los dirigentes rusos a mostrar su perfil más duro. Según el ministro del Interior, Serguéi Stepáshin, el Gobierno ha acordado medidas para combatir los crímenes violentos y la infiltración mafiosa en las estructuras de poder. Entre ellas figuran la imposición de penas de cárcel más severas para determinados delitos violentos. "Los criminales", afirma Primakov, "han lanzado su desafío. Debemos recogerlo. Y digo abiertamente que podemos estar hablando, debemos estar hablando, de la eliminación física de quienes han levantado su mano contra la sociedad y los niños. Nos encaminamos hacia eso". No aclaró, sin embargo, si se refería al tiro en la nuca legal o a dar carta blanca a la policía para eliminar a criminales (o sospechosos de serlo) especialmente peligrosos.

30.000 asesinatos al año

En Rusia se producen al año más de 30.000 muertes violentas, la mayor parte de ellas en el ámbito familiar y con las mujeres como víctimas. La cifra incluye unos 600 asesinatos por contrato que, en su inmensa mayoría, quedan impunes. Los tribunales imponen la pena de muerte con frecuencia, lo que hace que haya más de 1.000 reos en los corredores de la muerte. Sobre muchas de estas sentencias, que no han sido decididas por jurados, penden recursos de inconstitucionalidad.El Consejo de Europa presiona para lograr la abolición legal de la pena capital, de la que son partidarios la mayoría de los rusos. Yeltsin ha hecho algunos intentos de lograrlo, pero nunca se ha esforzado demasiado en vencer las reticencias de la Duma, dominada por comunistas y nacionalistas. En la vecina Ucrania se vive una situación similar. Allí, el Parlamento ha llegado incluso a votar la abolición en primera lectura. Pero el juicio a un supuesto asesino en serie, Anatoli Onoprienko, a quien se acusa de 52 salvajes asesinatos, ha caldeado los ánimos hasta el extremo de que el presidente, Leonid Kuchma, se ha mostrado a favor de la ejecución en este caso. Amnistía Internacional ha expresado su preocupación por los vientos que corren en Rusia y Ucrania, pero el sentimiento que ahora domina en ambos países es el deseo de venganza.

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