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El sueño de la fusión nuclear se tambalea

Con la pérdida de EEUU como socio aumentan los problemas del reactor experimental internacional ITER

Cada segundo, el Sol convierte 675 millones de toneladas de hidrógeno en 653 millones de toneladas de helio. Las 22 millones de toneladas de materia que faltan se liberan en forma de energía, que viene a ser la culpable de que el Sol brille. Este proceso, una reacción de fusión nuclear, es el que idealmente debería poder reproducirse en la Tierra dentro de 50 años, cuando empezara a funcionar un hipotético reactor de fusión que además tendría un precio asequible. O al menos ésos eran hasta hace poco los planes de Europa, Japón, Rusia y Estados Unidos, las naciones implicadas en el proyecto. Los problemas presupuestarios amenazan con destruir este sueño dorado, que prometía una forma de obtener energía limpia y muy abundante con combustibles baratos.En la fusión nuclear se unen dos núcleos atómicos, la misma reacción que tiene lugar en una bomba de hidrógeno, sólo que en un reactor ocurre de forma controlada. Es un proceso contrario al de fisión nuclear -que genera la energía en las actuales centrales nucleares-, y como combustible usa deuterio y tritio, isótopos de hidrógeno. La reacción produce muy pocos residuos radiactivos y de vida media muy corta.

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Estrellas frente a láser

Lograr el objetivo de un reactor ideal de fusión a mediados del siglo XXI exige antes superar varias metas volantes. La primera es construir el reactor ITER (International Thermonuclear Experimental Reactor), encaminado a resolver todos los problemas físicos del proceso; después, en teoría hacia el 2020, debería llegar Demo, otra máquina, esta vez para probar que los obstáculos tecnológicos estaban superados. Las potencias acordaron ese calendario a principios de los ochenta y, para empezar, destinaron sólo a ITER un presupuesto total de unos 10.000 millones de dólares (1,5 billones de pesetas).

Millones de grados

El programa recibió un espaldarazo cuando en 1991 el reactor experimental europeo JET, en Culham (Reino Unido), logró por primera vez que se produjera la fusión, aunque no hubo ganancia energética. Para que la fusión tenga lugar hay que calentar antes el deuterio y el tritio a más de 200 millones de grados centígrados, y convertirlo así en plasma, el mismo estado en que está la materia en las estrellas; ningún reactor ha logrado aún producir más energía de la que se introduce.ITER, también experimental, debía igualar al menos ambas cantidades, pero ya en mayo del año pasado se rebajaron las expectativas y se decidió construir un ITER Lite, la mitad de grande, que no alcanzará el balance energético. Los científicos creen que, aun así, les ayudará a resolver todos los problemas físicos de la fusión.

Pero ahora hasta el Lite peligra. El Departamento de Energía estadounidense confirmó en octubre que se descuelga del proyecto, y ha ordenado volver a casa a su docena de investigadores destinados en centros extranjeros. Para uno de ellos, Ron Parker, director del centro de ITER en Garching (Alemania), que envió a sus compañeros una demoledora carta electrónica de despedida, la decisión de su país es "completamente destructiva".

Los demás socios están ahora en un brete; en la última reunión bianual de la IAEA (Asociación Internacional de Energía Atómica), en octubre, decidieron seguir con el proyecto otros tres años a pesar de todo, pero Europa no aumentará su dotación anual de 50 millones de dólares. ¿Se hará lo mismo con la mitad de dinero (Rusia no cuenta en la práctica), o esto es la muerte de ITER?

"Está complicado, pero no es imposible", opina Carlos Alejaldre, director del grupo de fusión nuclear del CIEMAT (Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas). Se basa en que el diseño de ITER está prácticamente terminado. Ya hay prototipos, por ejemplo, de la bobina que crea el campo magnético para confinar el plasma -está tan caliente que no hay material capaz de recluirlo, sólo una especie de botella magnética-. "Si quisiéramos hacer el reactor ahora, podríamos", opina Alejaldre, presente en la reunión de Japón.

Pero la política no va tan deprisa. Ni siquiera se ha decidido el lugar donde se construiría el ITER Lite. En la revista Science se da ya por muerto el proyecto. "¿Qué pasa si no se construye ITER? Pues que tardaríamos mucho más de cinco décadas en tener un reactor nuclear de fusión rentable", comenta Joaquín Sánchez, también del CIEMAT.

Pero la comunidad de fusión, que sólo en Europa comprende a 1.700 investigadores, no se ha jugado todo a la misma carta. El concepto en que se basa ITER no es el único con que han estado trabajando. Hay otro diseño alternativo, con una vasija magnética distinta y menos experimentado, que según Alejaldre "podría verse ahora impulsado". Precisamente el reactor del CIEMEAT, el TJ-II, es de este segundo tipo, un stellarator en vez de un tokamak como el ITER.

El TJ-II lleva menos de un año en marcha. Su plasma alcanza ya los 10 millones de grados centígrados aunque se quiere llegar al doble , y sus primeros resultados, presentados en Japón, "son espectaculares", dice Alejaldre. Hasta el punto de que podría "verse con buenos ojos" que España presentara una propuesta para que el ITER Lite estuviera en suelo español.

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