Asientos
DE PASADAEn Granada hay pocas industrias, pero abundan los oficinistas y los empleos que se resuelven sentados en un sillón. El parque de asientos profesionales es de los más altos de España. Incluso han surgido conflictos laborales por culpa de las sillas. El director de la banda de música, Miguel Sánchez Ruzafa, se ha quejado en una carta dirigida al delegado municipal de Cultura, Fermín Camacho, del estado calamitoso de las sillas plegables que ocupan los músicos y de que, en ocasiones, haya tenido que pedir prestadas sillas a los bares para tocar con comodidad la obertura de Las bodas de Luis Alonso. La mayor parte de los trabajos de una ciudad de servicios son de carácter sedentario. A más inmovilidad laboral, más prestigio burocrático o musical. No es casualidad que haya dos orquestas, una banda y montón de ciclos y certámenes musicales. La cultura también se ejerce mayoritariamente desde las sillas. En realidad, hay muy pocas actividades creativas que se hagan de pie. El ejemplo más extremo de ese gusto por la quietud es la abundancia de titiriteros estáticos. Me da la impresión de que Granada es la capital con más individuos que se ganan la vida en la calle en una actividad que consiste en la inactividad absoluta, en no mover un solo músculo ni parpadear durante varias horas, aupados sobre un cajón, como si fueran estatuas de mármol. Es una profesión tan tranquila que cuesta creer que rinda beneficios. Incluso la competencia entre los tirititeros se basa en quién de ellos aparenta mejor el estado mineral. Con este panorama es fácil imaginar las inquietudes ciudadanas y los esfuerzos del Ayuntamiento para agradar a los votantes. Lo más valorado son las visitas ilustres. Ahora se espera con una ilusión tremenda la llegada de los astronautas de la última misión de la NASA, con Pedro Duque a la cabeza, que serán acogidos con la misma filosófica expectación que Bill Clinton y las Spice Girls. En realidad, Granada tiene una larga tradición de visitantes -desde Richard Ford a Irving- y una escasa nómina de viajeros. Uno de los que fue más lejos, Ángel Ganivet, se tiró al río cuando llegó a Finlandia. Quizá para compensar esa imagen de inmovilidad, la Universidad ha convocado a los más prestigiosos especialistas en el estrés y la ansiedad, como Charles Spielberg, que hoy interviene en el Palacio de Congresos, un industrioso complejo dedicado al alquiler de blandos asientos. ALEJANDRO V. GARCÍA
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