Una catástrofe creativa

Las extinciones catastróficas que han salpicado la historia de la Tierra ocupan un lugar central en un debate científico que arranca de Darwin y sigue provocando iracundas controversias entre los evolucionistas.Al postular la idea de la selección natural -la más importante revolución de la historia de la biología-, Darwin se dio cuenta de que los saltos bruscos en el registro fósil suponían un problema para su teoría. Su idea implicaba que la evolución debía proceder de forma lenta y gradual, sin discontinuidades, de modo que la parsimoniosa acumulación de pequeñas modificaciones acabara alterando las especies hasta convertirlas en algo cualitativamente distinto. Darwin era plenamente consciente de que los saltos bruscos encajaban mal con sus ideas, y propuso que se debían a imperfecciones del registro fósil.

Las evidencias de que las extinciones masivas eran muy reales fueron, sin embargo, acumulándose inexorablemente. Ningún biólogo pone hoy en duda que existieron, y que cada vez eliminaron una gran parte de las especies dominantes en el momento.

Los actuales partidarios de las teorías evolutivas llamadas saltatorias, o de equilibrio puntuado, sostienen que cada especie es casi totalmente estable durante millones de años, y que la evolución procede a saltos, por sustitución rápida de las especies dominantes en un momento por otras que acaban imponiéndose y comiéndoles el terreno (literalmente) a las anteriores.

Las catástrofes son una parte crucial de la historia de la vida sobre la Tierra. Los humanos debemos nuestra existencia a un asteoride que, hace 65 millones de años, limpió la pista evolutiva para los mamíferos.