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Crítica:FUNK: MACEO PARKER
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Muerte al "bakalao"

El bakalao tendría los días contados si proliferasen bandas como las de Maceo Parker. La gente se daría cuenta inmediatamente de que no tiene ni la mitad de gracia bailar al son erre que erre de una máquina ignorante que al de una tórrida banda de músicos de carne y hueso, entregados y sin prisas por abandonar el escenario. Justo esas características mostró la que dirigió el antiguo saxofonista de James Brown y George Clinton en el 2º Ciclo de Músicas Creativas y de Raíz en la Universidad, organizado por el San Juan Evangelista.A las paredes del salón de actos colegial les faltaba conmoverse con una catártica descarga de funk elaborado punto por punto según la receta del abuelo James Brown. Ya antes de empezar la sesión, las butacas miraban con gesto de culpabilidad, como si se supieran estorbos intrusos en un acto lúdico que tenía por único objetivo el baile. El público, muy joven en su mayoría, lo sabía de antemano y fue tomando posiciones en los pasillos hasta ocupar el mismo borde del escenario. El propio Maceo debió sorprenderse un poco ante una muestra de reconocimiento tan prematura. Cuando sonó, todas las cabezas se movieron en la misma dirección. Era el tirón brutal del funk. Y así permaneció durante casi tres horas y media.

Maceo Parker Band

Maceo Parker (saxo alto, flauta y voz), Ron Tooley (trompeta), Greg Boyer (trombón), Will Boulware (órgano), Bruno Speight (guitarra), Lenny Stallworth (bajo), Jamal Thomas (batería), Corey Parker (rap) y Charles Sherrell (voz). C.M.U. San Juan Evangelista. Madrid, 13 de noviembre.

Maceo y los suyos remansaban la atmósfera de vez en cuando con alguna baladita tramposa que explotaba en una nueva andanada de ritmo cuando menos se esperaba, pero lo normal era encadenar series de directos al estómago con ganchos a la mandíbula. Habían transcurrido dos horas y todavía no se habían dejado ver ni Charles Sherrell, simpático danzarín y seguidor devoto del estilo vocal de Brown, ni Corey Parker, el rapero hijo de Maceo sobre el que descansa la responsabilidad de poner el grupo al día en materia de tendencias urbanas. Por eso extrañó que la banda se hiciera tanto de rogar para dar la propina. Corey se tomó muy en serio lo del relevo generacional. Demostró que también tiene fe en la religión del funk y que, si le dejan, acaba con el dichoso bakalao en cuestión de minutos.

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