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Tío Basilio, el vigilante

Los dos vigilantes del centro de toxicómanos de La Rosilla no pertenecen a ninguna empresa de seguridad. Se trata de dos vecinos de este barrio gitano: uno joven, Ramón Camacho, de 28 años, y otro mayor, de 63, el Tío Basilio, un hombre de respeto.

Su misión será velar por que la convivencia en el centro sea pacífica y evitar que se causen daños en el local. Camacho afirma que siempre intentará resolver los conflictos con diálogo: "Si hay problemas, llamaremos a la fuerza".

Este vecino de La Rosilla se ha trasladado a otro barrio harto de que sus niños conviviesen a diario con la droga. "Es evidente que en La Rosilla se vende mucha droga, pero no todos sus habitantes nos dedicamos a ese negocio, eso sí, tenemos que aguantarnos con las 3.000 pesetas que ganamos en los mercadillos mientras vemos el lujo de otros".

Más información
La Rosilla estrena el primer centro para toxicómanos abierto en un "híper" de la droga

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