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La represión de la movida

CARMEN MOLINA NICOLÁS NÚÑEZ Todos los fascistas del mundo se sentirán satisfechos con la represión de la policía frente a la diversión de los jóvenes en Granada, incluso el cruel general chileno procesado en Inglaterra. Es una medida simple y fácil: la fuerza del poder contra la movida. Parece que a algunos carcamales -políticamente de centro- les diera envidia que los más jóvenes se lo pasen bien y quisieran apartarlos de la vista y suprimir el bullicio que llena de vida las calles. Con esta disparatada decisión se agranda la brecha entre los jóvenes y el resto de la sociedad, muchos de ellos sin recursos económicos, empleo o vivienda; ahora no pueden estar ni en la calle. Es un parche sintomático que no busca el porqué ocurre; es una medida reaccionaria de los antiguos espadones ignorantes del siglo pasado. Los jóvenes tienen derecho a divertirse. Y las instituciones públicas tienen la obligación de ayudar y comprender a la juventud, exactamente lo contrario a criminalizar actividades festivas espontáneas, como viene haciendo el Ayuntamiento de Granada, entre otros. En lugar de facilitar la limpieza, se exagera la suciedad; en lugar de fomentar la moderación en la bebida, se les mandan policías. Es evidente que no preocupa su salud ni el riesgo de accidentes de tráfico. Es una enorme farsa ver a la policía ocupando la Glorieta de Arabial, expulsando a los jóvenes a guetos y fomentando el estereotipo de joven igual a gamberro, porque la mayoría de los jóvenes no abusa ni del alcohol ni de otras drogas. No tenemos la solución mágica, pero es necesario diseñar un método que haga partícipes en las decisiones municipales a los auténticos protagonistas, los jóvenes; ofrecerles un cauce real en nuestras ciudades para que se incorporen felizmente a la sociedad civil. Hay que poner a su disposición las instalaciones públicas para el ocio, hay que plantear ideas imaginativas para que aprendan la moderación con el alcohol, mejorando en general su salud y su precaria economía, evitando los accidentes de tráfico, la peligrosa venta ilegal de alcohol en quioscos y furgonetas y las molestias a otras personas, que a veces protestan con razón.

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Carmen Molina es diputada del PSOE por Granada y Nicolás Núñez, miembro de la Comisión de Drogas del PSOE-A.

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