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Pasar la bayeta al litoral

Neumáticos, latas oxidadas, restos de tuberías, trozos en los que se adivina un antiguo zapato e incluso el plastificado y ya putrefacto testigo de lo que seguramente fue un memorable momento de pasión, descansan sobre la arena, ajenos al salado rumor de las olas. Es una playa cualquiera. Un trecho del litoral andaluz. Una bofetada a la conciencia cívica que cientos de estudiantes andaluces asumieron ayer con la mejor de las voluntades. El Día de Vigilantes de la Costa Europea -un proyecto internacional que pretende fomentar la protección del litoral europeo- pobló ayer las orillas de muchas playas andaluzas. Cientos de escolares se enfundaron el chándal y comenzaron a recorrer el litoral con la intención de realizar un estudio sobre la zona. Contaban, para encauzar con éxito su cometido, con la orientación de los profesores que, semanas atrás, habían recibido un curso de formación ambiental en los Centros de Profesorado (CEP). Todas las provincias costeras andaluzas se volcaron ayer en esta propuesta. En Almería fueron más de 700 estudiantes de nueve centros los que se implicaron en una jornada que traspasó su vocación inicial de estudio científico. Se trataba de inspeccionar unos 50 kilómetros de costa, desde la zona de Levante hasta el Poniente. Uno de los grupos estaba integrado por alumnos del instituto Alborán de Almería. La profesora Gabriela García Díaz fue ayer la encargada de dirigir a algunos de los chavales que se dedicaron a inspeccionar la playa, cuyas aguas comulgan con las de la desembocadura del río Andarax. "Yo sí que había estado por aquí en otras ocasiones. Y siempre he visto esto como ahora". Para este alumno del instituto Alborán, que inspeccionaba una de la zonas menos frecuentadas para el baño, no resultaba chocante tropezar con restos de botellas o plásticos tendidos a su suerte sobre sucias arenas. Algunos de sus compañeros se mostraban, sin embargo, más sorprendidos. ¿Ha cambiado en los últimos tiempos el aspecto de la costa? ¿Se ha limpiado la playa en la última semana? ¿Conoce la zona? ¿Se puede acceder fácilmente? Estas son sólo algunas de las cuestiones a las que tenían que dar respuesta los estudiantes andaluces que participaron en este proyecto. A todos ellos se les facilitó un cuestionario en el que reflejar los datos que pudieran apreciar en su peculiar paseo por la costa. La profesora almeriense Gabriela García quiso dejar claro que la idea del proyecto no consistía en limpiar las playas. Sin embargo, José Alberto Plaza y Juan Torres, los compañeros a los que Gabriela logró implicar en la particular jornada lectiva de ayer, no pudieron evitar que los alumnos llenaran decenas de bolsas con los desperdicios que otros abandonaron sin vergüenza sobre la arena. Así acabó siendo en todo el litoral andaluz. Patrullas de escolares limpiando desperdicios flotantes o escondidos en la arena. Los datos recogidos por los estudiantes serán publicados en un estudio conjunto. Mientras tanto, muchos pudieron comprobar como el ejemplo cunde. Ocurrió cuando los alumnos se cruzaron con un matrimonio que recogía los residuos con los que otros profanaron el espacio común del mar. Los profesores esperan que el siguiente paso sea la creación de un voluntariado estudiantil. "De nada sirve ver el estado de las playas si luego no se limpian y arreglan", señala José Guirado, un profesor que acompañó a la pequeña compañía granadina de limpieza playera. En la provincia de Granada, 330 alumnos inspeccionaron una decena de playas. A José Iván Cid, de 14 años, no le gustó lo que vio: "En verano, cuando me baño, no hay tantos plásticos ni corchos flotando en el mar. Deberían limpiar durante todo el año". En el tramo gaditano de Matagorda hasta Cortadura, 64 estudiantes se manejaron entre fabulosas dunas, un mar valentón y un centenar de surferos. Nada de restos de vertidos ni de petróleo pero sí un alcatraz herido. "Hemos llamado a la Guardia Civil para que se lo lleven a curar", dice orgullosa Remigia Sánchez, una de las profesoras. A la misma hora, unos kilómetros de arena y sal más allá, en la costa malagueña, un puñado de alumnos comienza sus tareas de limpieza. En Málaga, los escolares se acuerdan del pescaíto frito cuando explican por qué las playas tienen que estar cristalinas: "Para poder bañarnos en aguas limpias y no comer pescado contaminado", apunta Luis, de 12 años. Hace un día espléndido. El sol pica en este noviembre que no se anima a meterse en otoño. Repartidos los cuestionarios el profesor ordena: "Ea, a trabajar", y todos se meten en su papel de vigilantes de la playa.

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