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90.000 razones diarias

Alrededor de 90.000 usuarios viajan a diario en los 102 vehículos de Bilbobus, el servicio municipal de autobuses urbanos de la capital vizcaína que se puede vanagloriar de ser pionero en la implantación de la tarjeta mecánica de pago. Eso fue hace 10 años, cuando nació bajo la total tutela del Ayuntamiento. En esta efemérides, que se celebrará con distintos actos, los directivos y trabajadores de Bilbobus se lamentan de la escasa velocidad comercial del servicio -11 kilómetros por hora- o la falta de carriles-bus, pero aplauden la renovación de la flota y el mejor servicio al ciudadano. Bilbobus surge en septiembre de 1988 como solución a la grave crisis económica de TCSA, la empresa que en régimen de concesión se encargaba del servicio urbano de autobuses desde 1948. Hasta entonces por las calles de Bilbao transitaban autobuses y microbuses, más conocidos como "azules" y que funcionaban como auténticos taxis: paraban donde el pasajero deseaba aunque con un billete cuatro veces más caro que el autobús. El nacimiento de Bilbobus supone un cambio radical en el servicio del transporte urbano: el Ayuntamiento controla la recaudación económica -la empresa TCSA cobra por el servicio realizado- así como las tarifas, que pasan a ser unitarias, entra en vigor el bonobus y las máquinas canceladoras y se acomete una profunda renovación de la flota, con la compra de 50 autobuses nuevos. Diez años después el balance es satisfactorio, según coinciden la dirección y trabajadores. "Ha habido evolución muy notable en la tecnología de los autobuses, que tienen ahora cambio automático, son poco contaminantes, con piso bajo para las personas con movilidad reducida", señalan en la dirección de TCSA. "No tenemos ya la chatarra de autobuses de antaño, aunque persiste un porcentaje mínimo, y ha ganado mucho la calidad de servicio para el usuario, que va más cómodamente. Pero estamos a varios años de lo que debe ser el transporte urbano de superficie", apostilla Pedro Angulo, presidente del comité de empresa, quien incide en la seguridad de los trabajadores, con la instalación de las máquinas canceladoras. "Cuando el conductor llevaba toda la recaudación, teníamos muchos robos y eso ya se paró con las canceladoras". Pero no todo han sido cambios. La flota de 102 autobuses -y ocho más como reserva-, la plantilla de medio millar de trabajadores y las 25 líneas existentes se mantienen prácticamente inalterables respecto a diez años atrás. La implantación del metro ha reducido el volumen de pasajeros pero no ha afectado a las líneas ni a la plantilla. "Se intentaron suprimir líneas con el metro pero no lo consiguieron", señala, orgulloso, Pedro Angulo. La llegada del suburbano supuso la modificación de trayectos y sólo se eliminó la línea San Ignacio-Indautxu. En cambio, la afluencia de usuarios se ha resentido: de los 130.000 viajeros diarios de 1988 se ha pasado a los 90.000 actuales. Los datos internos sitúan a los residentes en los barrios más humildes como principales clientes. Las líneas de Rekaldeberri, la Peña y Otxarkoaga son las de mayor afluencia. El adversario no es, según los responsables de Bilbobus, el metro o el tren. "Nuestra gran competencia es el coche que lo invade todo. Todos los operadores de transporte demandamos a las autoridades que restrinjan el uso del coche". La densidad circulatoria tiene su reflejo: la velocidad media de los autobuses urbanos bilbaínos es de 11 kilómetros por hora, "que es de las más lentas del Estado". Menos tráfico Demetrio Cima, 20 años como conductor, observa menores problemas de tráfico. "Hay más desahogo dentro de la ciudad, pero persiste lo de las dobles filas, el aparcamiento en las esquinas de las calles y en las propias paradas de bus". El metro, según los responsables de Bilbobus, apenas ha mitigado estos problemas. "Ha captado un porcentaje ínfimo del viajero del coche privado; lo que ha captado son usuarios de Eusko Tren y Bilbobus y nuevos viajeros que antes no utilizaban el transporte público". La clave de un servicio más rápido esta en ampliar el número de carriles-bus. "Los que funcionan en Bilbao son los que van en contra del sentido de la circulación. En los otros, incluso aparcan los coches", señalan en la dirección de TCSA. Angulo aboga además por la implantación del billete único para todos los transportes públicos, una información en paneles que indique al ciudadano la hora exacta del paso de cada autobús en cada parada y zonas de aparcamiento para residentes. "Ya va siendo ahora de hacer el billete combinado, que haga ver al ciudadano que es más rentable que el coche privado, y entonces celebramos 10 años o lo que se quiera, una vez dispuesto un transporte urbano de superficie barato".

Un autobús a gas

El contrato-programa entre la empresa TCSA y el Ayuntamiento de Bilbao establece la renovación de autobuses cuando lleguen a los 14 años de vida. Los trabajadores denuncian incumplimientos de este acuerdo. "Hay coches que deberían ser retirados, porque aunque sean pocos tienen 17 años y alguno hasta 20", señalan. La dirección revela que en la actualidad la antigüedad media de la flota es de siete años. "Hace poco hemos sustituido cinco coches y el año que viene pasará lo mismo con otra media docena". Los mayores problemas han procedido, hasta ahora, de los actos vandálicos. En estos 10 años, medio centenar de vehículos de Bilbobus han resultado destruidos, con los costes financieros consiguientes para la empresa. Entre toda la flota, hay un elemento singular: un autobús que funciona mediante la combustión de gas natural. Cubre el trayecto de Zorrozaurrre, junto a la ría del Nervión, pero tiene el inconveniente de la escasa autonomía. "Además de que sólo puede circular por itinerarios llanos, y en Bilbao en casi todos los sitios hay que subir una cuesta, la reposición del gas es muy compleja: se agota enseguida y, para cargarlo, se necesita mucho tiempo".

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