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El carisma de Guterres no logra aprobar "la reforma del siglo"

El primer ministro portugués, el socialista António Guterres, sufrió ayer su primera derrota electoral tras las elecciones generales que ganó en octubre de 1995. Su carisma y su prestigio personal no sirvieron para desnivelar la balanza a favor de la "reforma del siglo", un proyecto que se convirtió en la bandera de los socialistas durante la campaña electoral que les llevó al poder.

Nadie duda, y los sondeos así lo indican, de que el líder socialista portugués ganará las próximas legislativas, previstas para el otoño del próximo año, pero esta derrota supone un serio fracaso de los socialistas que se empecinaron en llevar adelante una división regional del país, cuando no existía ni existe la más mínima demanda social en ese sentido ni contaban con un mínimo y prudente consenso del resto de las fuerzas políticas para impulsar una reforma de esta envergadura.

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El resultado de esa obstinación ha provocado, una vez más, la división del país e incluso el enfrentamiento entre dirigentes de un mismo partido, como ocurrió también con el referéndum para la ampliación del aborto, celebrado el pasado junio. En ese insólito caso, el primer ministro, católico practicante, salió victorioso de la consulta al defender a título personal el no a la ampliación, pero provocó la derrota de su propio partido que apoyaba las tesis liberalizadoras. El proceso concluyó con una confusión generalizada que desencadenó una abstención del 68% del censo y una victoria del no por escaso margen, cuando las encuestas preveían una victoria clara de la ampliación.

Simple consulta directa

Cinco meses después, los socialistas han vuelto a sufrir una nueva derrota electoral, aunque a la vista de los sondeos no han desperdiciado las oportunidades para explicar que el referémdum no tiene más valor que la consulta directa a los portugueses sobre un asunto que requería su opinión explícita y no provocará una crisis de Gobierno ni el adelanto de las elecciones.Pero en este caso, el carisma y la impronta personal del primer ministro sí se ha visto afectados por la consulta, puesto que António Guterres ha participado activamente en la campaña hasta el punto de lanzar esta misma semana un ultimátum a los portugueses. "Las oportunidades se pierden y, a veces, no se vuelven a recuperar", esgrimió esta misma semana ante los desfavorables sondeos que preveían una rotunda derrota de los socialistas. La ausencia de un mínimo consenso, la división de opiniones entre dirigentes de un mismo partido y la tediosa campaña electoral han contribuido, sin duda, a esta nueva derrota socialista en el segundo referéndum de la historia de Portugal.

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