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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Historia y Constitución española

Los españoles tenemos una historia rica y sería un error imperdonable que no tratáramos de recuperar la memoria de ese pasado, que ha de ser asumido en toda su complejidad. Ahora bien, la invocación de la historia, sin duda lícita, debe ajustarse a sus límites naturales. En nuestros días es sin embargo frecuente que la apelación a la historia se haga con poco rigor para legitimar determinadas reclamaciones políticas. El fenómeno no es nuevo, pues es conocido que durante el régimen político anterior, la Historia de España fue objeto de enfoques muy tendenciosos, y en parte se pretende ahora compensar aquel anticuado nacionalismo con otros. La historia está siendo troceada y cada cual toma o rechaza la porción que le conviene a fin de fundamentar decisiones que, nadie se engañe, han sido tomadas de antemano. Y ante este confuso panorama convendría hacer una precisión esclarecedora: no es el pasado sino la Constitución la causa y el origen de toda legitimidad jurídico-política. No puede ocultarse que el dato histórico es invocado por la Constitución en varios preceptos de forma directa o indirecta y a él habrá que acudir para interpretarlos. Pero que la historia sea criterio hermenéutico no significa que sea en sí misma fuente de derechos. Este tipo de argumentos son inadmisibles en un Estado de derecho cuya norma superior positiviza el principio de que la soberanía nacional reside en el pueblo español. Ésta, la soberanía popular, y la Constitución como su expresión jurídica, son la única fuente de legitimidad. El constituyente actuó ante la historia como un tamiz que dejó pasar sólo aquellos elementos del pasado que se consideraron adecuados para la construcción de un estado social y democrático de derecho, articulado territorialmente sobre el principio de autonomía. Que esa selección haya sido o no acertada y deba o no ser corregida ha de decidirlo el titular de esa soberanía actuando, en todo caso, por los cauces constitucionales. Entre tanto, los demócratas nos debemos a la Constitución.- .

Cara y cruz en Correos

En un viaje Madrid-Sevilla compruebo que al repostar gasolina he olvidado mi cartera con el dinero y las tarjetas. Sólo dispongo del permiso de circulación, el depósito está vacío, no puedo volver ni continuar. El empleado de la gasolinera contestó que no a las sucesivas soluciones que le propuse. Me dirigí entonces al pueblo más cercano: Tembleque (Toledo). No encontré mi caja de ahorros, pero sí otras que, suponiéndolas confederadas, al parecer no lo eran tanto porque no soltaron un duro. Por último acudí a Correos. Don Vicente Fernández, jefe de la sucursal, me dio un trato más solidario. Me advirtió que el plazo de atención al público finalizaba a las 14.30 horas pero que, no obstante, él permanecería en su puesto hasta que me mandaran el giro. Eran las 14.15 horas cuando localicé a Teresa en Sevilla y me aseguró que llegaría cuanto antes. En Tembleque, el tiempo pasaba y no se recibía el giro. A las 15.00 horas, llamo a Teresa y me cuenta que fue corriendo de su casa a la estafeta, que llegó empapada y asfixiada porque estaba lloviendo pero que había conseguido llegar con la oficina abierta. Me contó que estuvo a punto de alcanzar su objetivo cuando el funcionario de ventanilla le extendió el impreso de giro, pero que de pronto surgió la figura de don Joaquín Casal, jefe de la estafeta de la Gran Plaza de Sevilla, que desautorizó a su compañero. Según él, era demasiado tarde (14.27 horas). Teresa explicó, rogó y hasta suplicó que lo intentara. Don Joaquín apagaba luces y echaba cierres como respuesta. Su obligación, según horario, habría sido la de mandarlo. 15.15 horas. En la sucursal de Tembleque, Don Vicente me prestaba el dinero de su bolsillo y me deseaba buen viaje.- .

Justicia desigual

La justicia española no anda en sus mejores momentos y está demostrado que no es igual para todos. De lo contrario, qué explicación tiene que la Administración Penitenciaria ponga en libertad, con permiso especial, a los ex policías Amedo y Domínguez, los únicos del juicio de los GAL en libertad bajo dicho régimen penitenciario, los únicos en toda España que gozan de coche y escolta y que no tienen a nadie que los abanique porque entramos en la temporada otoñal y ya empieza a hacer frío. El párrafo anterior no hace más que reiterar la teoría que explicaba el PSOE, la del "todo vale" para derrotar a los socialistas. Confirma también los compromisos adquiridos en su día por el vicepresidente del Gobierno, el señor Álvarez Cascos, con los ex policías Amedo y Domínguez para inculpar a los responsables socialistas y, de este modo, verlos entre rejas. Por otra parte, se hace patente un miedo evidente, pues resulta un tanto inexplicable la rapidez con que estos últimos han salido de la prisión. No es descabellado pensar que ambos hayan amenazado con tirar de la manta si no se les sacaba pronto de prisión, y no de un pico, sino de la manta entera, dejando al descubierto lo que oculta el PP bajo ella: la buena racha de la economía (lo demás ya lo sabemos, burguesía y caciquismo de la derecha española).-

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