_
_
_
_
_
Crítica:TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Autoparodia

Tengo muchísimo respeto por esta compañía andaluza, La Zaranda: le debemos grandes ratos de teatro. Lamento éste, que parece una parodia de su propio pesimismo, o una especie de ambición por llegar a superar las grandes catástrofes escénicas metafísicas que crearon otros: Kantor y su Teatro de la muerte, Beckett; o el esperpento, con ciertos toques de Divinas palabras; hasta del viejo teatro de grand guignol francés, con sus emociones bruscas, sus idiotas, sus mendigos y su sangre.El texto es corto. Quiero decir breve, pero también corto de alcance intelectual, cuando se presenta como una obra filosófica sobre temas escatológicos y se discute el fin del mundo, la esencia de la eternidad y la posibilidad o imposibilidad de la muerte. Todo ello en relación con la religión, presente en alusiones continuas de imagen -un vía crucis, un desprendimiento con las tres santas mujeres; repite el efecto de la Última Cena en Viridiana- y de sonido -marchas de Semana Santa, la Pasión según Mateo, de Bach-; un catolicismo que parece, al mismo tiempo, afirmarse y negarse.

"Cuando la vida eterna se acabe"

De Eusebio Calonge. Intérpretes: Gaspar Campuzano, Francisco Sánchez, Enrique Bustos, Fernando Hernández. Dirección y espacio escénico: Paco de La Zaranda. Sala Olimpia. Madrid.

Repetición

Un efecto buscado en el diálogo es la repetición, la reiteración de frases y referencias -a la lluvia que no cesa, a la noche que no aclara, al cansancio de andar para estar siempre más lejos-; por buscado que sea, no deja de ser reiterativo y fatigoso. Como la oscuridad permanente, con alguna pincelada de luz sobre el centro psicológico de la acción. A veces, todo está tan recargado que parece una parodia de la propia Zaranda y sus espectáculos; a veces, los espectadores se lo creen y se ríen, y algunas risas suenan como extemporáneas. Está todo bien hecho. Los actores son como siempre excelentes; sus caracterizaciones de voz y gesto y de desesperación ridícula quedan bien hechas, y repito que merecen todos los respetos. Tuvieron, desde luego, el del público, que aplaudió fuerte y mucho tiempo al terminar la función (incluso cada vez que creía que había terminado) y en uno de los monólogos.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_