Trueba considera que "La niña de tus ojos" es su película más difícil
El director atribuye el mérito de las complejas escenas corales al gran talento de los actores
La niña de tus ojos es la película "más complicada" que ha hecho nunca Fernando Trueba, según dijo ayer el director en la presentación a la prensa. Entre los problemas más apasionantes, Trueba cita las escenas corales (casi todas) y la escritura del guión, que tardó siete años en hacerse y en el que colaboraron cuatro manos distintas: Rafael Azcona y David Trueba, Carlos López y M. Ángel Egea. "Pero si los actores están bien", dijo Trueba ante seis de los suyos, "un 70% del mérito es de ellos y el otro 30% es del guión".
El director, que posó con Penélope Cruz a su llegada al cine madrileño donde se proyectó la película, explicó ante unos 200 periodistas que no quiso caer en la mera reconstrucción de época -"lo bonito es crear algo a partir de esa realidad que ya existe"-, y que trató de evitar a toda costa centrar el relato en un sólo personaje. "Aunque no hay duda de que Penélope Cruz es el corazón de la película".La actriz es una de las grandes atracciones del filme: hace dos papeles, habla con un medido acento andaluz, se enamora, baila, canta La bien pagá... Cruz sólo pasó fugazmente por la rueda de prensa (estaba rodando), pero contó que se había documentado "hablando con mujeres andaluzas y viendo películas de la época", y se marchó entre ovaciones.
La película, que se estrena el 13 de noviembre, cuenta las peripecias de un equipo de cineastas españoles que viaja hasta Berlín en 1938 (llegan en la Noche de los cristales rotos) para filmar una doble versión, en español y alemán, de La niña de tus ojos, arquetipo de la andaluzada de aquella época: con tonadillera valiente y romántica (Penélope Cruz), galán engominado (Jorge Sanz) y dos coristas (la borrachuza lúcida y veterana, Rosa María Sardá; y la ligera de cascos, Neus Asensi).
Completan el larguísimo reparto el director (Antonio Resines), el productor (Juan Bonilla), la ayudante de la coplista (Loles León), y el director artístico (Santiago Segura), pero la historia toca incluso a Joseph Goebbels, el criminal y mujeriego ministro de propaganda nazi.
Trueba contó que al principio le "aterraba tener que dirigir a 10, 12 o 14 actores a la vez", pero que ese desafío acabó siendo "un regalo" gracias al talento de sus intérpretes. "Es verdad que el director tiene que vigilar, recordarles lo que quiere de ellos, pero es más importante elegirlos bien antes de empezar. Y en este caso, el grupo era tan bueno que fue un placer tenerlos delante, cada uno con su cara, su voz, su sitio... Me sentía el primer espectador de la película".
El otro 30% del mérito indiscutible de las interpretaciones se lo atribuye Trueba a un "guión decible". Y en eso, La niña de tus ojos tiene el sello inconfundible (coral, casi vodevilesco, lleno de frases cortas, apuntes y chascarrillos de un montón de personajes) de las películas escritas por Rafael Azcona. Aunque la idea original y el primer guión eran de Carlos López y Miguel Ángel Egea, explicó Trueba, Azcona llevó el peso de la escritura mucho tiempo, tanto que el director le propuso cederle los trastos a su hermano David "para refrescar la historia".
"Del guión no se debe hablar mucho, hay que respetar su intimidad", dijo Trueba. "Pero ellos dos son los dos guionistas con los que mejor me he entendido siempre. He intentado que el trabajo no fuera un cóctel entre los dos. El problema es que, después de tanto tiempo y tantas versiones, no se puede decir de quién es cada cosa, quién puso ésta o aquella frase. La escritura en colaboración es así".
El autor de Belle Époque tenía muy claro que no quería hacer una película histórica, ni una película cinéfila sobre el cine dentro del cine, ni una película puramente política, ni un homenaje a los clásicos de este tipo de cine, como Lubitsch o Wilder. Intentaba sobre todo mezclar los géneros: "Creo que, al final, es una comedia que se va volviendo dramática por las circunstancias que rodean al equipo. Cada vez me gusta más jugar con lo romántico, lo cómico, lo trágico. Ya lo había hecho, pero ahora lo he llevado un poco más lejos. Al fin y al cabo, la vida es sólo un contraste continuo".
Resines, compañero de viaje de Trueba desde Ópera prima, resumió así ese intento de acercarse a la vida: "Ha aprendido un huevo".
Babelia
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