Impuesto injusto
Cual si de hojas de un árbol se tratara, el Ayuntamiento de Madrid está dejando caer sobre las casas de los madrileños unas hojitas que nos recuerdan que el otoño está aquí y que hay que pasarse por ventanilla para pagar el impuesto de bienes inmuebles (IBI), impuesto, por otra parte, injusto donde los haya.Es curioso que los dos impuestos más injustos del sistema recaudador español tengan como elemento común la vivienda.
Eso de que después de comprar con enorme sacrificio la vivienda (gravada con hipotecas con altísimos intereses hasta no hace mucho, por no hablar de la enorme especulación que siempre ha rodeado a ese mundo de la construcción de viviendas) a la hora de la declaración de la renta la posesión de un bien imprescindible suponga un rendimiento, cuando no es sino una carga, es una de las mayores aberraciones del sistema tributario español.
Por lo que respecta al IBI, que es el objeto de esta carta, se supone que en vez de un impuesto sobre la tenencia de una vivienda, debería ser una especie de tasa personal que ayudara al Ayuntamiento a recaudar los fondos necesarios para hacer frente a los gastos que cada uno de los ciudadanos (no los edificios) le creamos.
Parece lógico que en el pasado la imposición se hiciera teniendo como base la vivienda (todavía se pueden ver en el centro de las ciudades, por lo menos en Madrid, unas placas puestas en los edificios con lo de "manzana tal", "visita cual"; eran los tiempos en que se empezaron a hacer los catastros), pero tomar la vivienda como sujeto de imposición en estos días en que, en cuanto una persona hace la menor labor ya está metida en el ordenador central de la Hacienda, me sigue pareciendo otra aberración.
Repasando los casos injustos que se pueden presentar con este sistema, he encontrado no menos de doce, pero por razones de brevedad me limitaré a contar sólo uno.
Una casa cualquiera de la ciudad. En el piso primero vive una pareja. Es un matrimonio de edad avanzada que sobrevive con la pensión del marido. En el piso de encima de ellos, exactamente igual al suyo, vive un matrimonio con tres hijos. En esta familia trabajan los dos cónyuges y dos de los tres hijos.
Como se supone que los habitantes, como arriba se indica, pagan para ayudar a sufragar los gastos que ellos mismos producen, está claro que en este caso, al pagar lo mismo, la injusticia resulta manifiesta.
Casos de este tipo los hay infinitos.-
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