La crisis de Pinochet

LA CRISIS que ha provocado en Chile la detención en Londres de Augusto Pinochet revela las contradicciones inherentes a una transición inacabada. De poco servirán las movilizaciones chilenas a favor o en contra del dictador para hacer cambiar lo que los jueces tengan que decir, a comenzar por los británicos. La independencia judicial es uno de los pilares del Estado de derecho, como recordó Tony Blair, sin que ello le impidiera, contrariamente a otros dirigentes más cercanos a nosotros, condenar "todo lo que hizo durante su periodo" el dictador. Por eso sorprenden algunas reacciones que cuestionan esta independencia judicial, como la de la ex dama de hierro y hoy baronesa Thatcher, quien ha pedido su puesta en libertad, pese a las acusaciones de asesinatos y torturas, bajo el argumento supremo de que fue amigo de Londres durante la guerra de las Malvinas en 1982. O las manifestaciones del fiscal jefe de la Audiencia Nacional, Eduardo Fungairiño, al considerar que el juez Garzón vulnera la Constitución Española al actuar contra un aforado. Pinochet no goza de fuero en España ni su condición de senador tiene nada que ver con nuestro ordenamiento. Al tiempo que el fiscal Rubira recurre obsesivamente todas las actuaciones de Garzón, cabe exhibir algún informe técnico de la propia fiscalía que avala una iniciativa judicial que recibió ayer el espaldarazo político del Parlamento Europeo.La labor judicial se complica a medida que se multiplican las demandas judiciales contra Pinochet desde España, Francia o Suiza. El intento de inventar una inmunidad diplomática es comprensible por parte de su defensa en Londres. Pero, aparte de que Londres no aprecie bases para tal protección, habría que recordar que el pasaporte diplomático no impidió que Carmelo Soria, en misión de Naciones Unidas en Chile, fuera detenido, torturado y asesinado por el régimen pinochetista en 1976. El suyo es un caso central en la causa instruida desde España. Pinochet, enfermo, anciano y con dificultades de expresión, ha resurgido cuando los chilenos pretendían olvidarlo. ¿Pone en peligro su detención el proceso de transición en Chile? Al menos cabe ponerlo en duda. Su sucesor al frente del Ejército, el general Ricardo Izurieta, parece querer mantener el rumbo de la despolitización de las Fuerzas Armadas. Los sables resultarían por lo demás inútiles contra la justicia británica o española.

El presidente Frei, con un Gobierno de concertación en el que aparecen fisuras, ha reaccionado con prudencia. Tras su entrevista de ayer con el presidente del Senado, Andrés Zaldívar, acertó al no convocar al Consejo de Seguridad Nacional; nadie está amenazando a Chile. Sólo hay una acusación penal contra Pinochet, por mucho que la derecha chilena hable en términos de ofensa nacional. Corresponde a los dirigentes demócratas reconducir la situación y, sea cual fuere el rumbo judicial del sumario contra Pinochet , evitar que embarranque el proceso de transición. Desde España, es lo que deseamos con vehemencia.