Seis jóvenes británicos exponen su ácida irreverencia en Madrid
La galería Soledad Lorenzo acoge desde hoy sus 'Malos hábitos'
Son jóvenes, o casi, desaliñados, listos y corrosivos. Y, tal cual, hacen vídeos, fotos e instalaciones. Todos sorprenden por su lenguaje directo y su espíritu crítico, a veces minimalista, siempre muy acerado, sin más pretensión estética que la que pide romper con el pasado. Y aunque no creen ser una generación -"si acaso, por la diversidad"-, la galería Soledad Lorenzo, de Madrid, los une ahora en Malos hábitos.
La visita a la galería madrileña (Orfila, 8) es una sucesión de imágenes-puñetazo. Hay radicalidad, irreverencia y cierto toque de humor negro muy británico. Algunas obras son más conceptuales que otras, varias contienen un ligero toque pop, pero la mayoría tiende a abrir la mirada a lo sucio o lo grotesco, aunque la visión de los trabajos no resulta en exceso repulsiva. Según el también joven comisario de la muestra, Juan Vicente Aliaga, ésa es una de las grandes contradicciones de estos airados muchachos a los que cierta crítica más o menos patriotera se apresuró a enmarcar y magnificar incluyéndolos bajo la etiqueta YBA (las siglas inglesas para Joven Arte Británico): "Todos han tenido una formación académica, rigurosa, más bien cara, muchas veces a base de becas del Gobierno conservador. Y aunque todos han optado por la crítica social como objetivo y vía de expresión, han logrado al mismo tiempo un enorme éxito mediático, arrastrados quizá por el enorme tirón del comunicador, crítico, artista y promotor Damien Hirst (el de las vacas en formol)".
Diferencias
Según declara uno de ellos, Matt Collishaw, no hay que buscar parecidos: "Somos todos huérfanos, puras individualidades que hemos tenido la suerte artística de crecer en un ambiente muy hostil". Y lo cierto es que hay notables diferencias en las obras de los que han venido a Madrid. Richard Billingham (1970) muestra toda la sordidez de la vida casera de su propia familia, una especie de espejo de esa tremenda miseria kitsch que provocó el thatcherismo en muchos barrios británicos. Collishaw (1966) enseña varias jóvenes colegialas estilo Lolita en bucólicos parajes llenos de basuras y detritus industriales (otro mensaje evidente). Ceal Floyer (1968) realiza instalaciones minimalistas que muestran el para algunos tradicional gusto británico por los espacios abandonados, en ruina. Georgina Starr (1968), la más pop de todos, se retrata dando piruetas en el aire por el campo, en poses imposibles o suicidas. Sam Taylor-Wood (1967) muestra en la foto Náufragos una Última cena buñuelesca, con vuelta de tuerca erótico-frutícola incluida. Y las mellizas Wilson, Jane y Louise (1967) se alejan de los hermanos Chapman con un vídeo en el que ejercitan la violencia y un sexo pervertido, lleno de pies pero mucho menos oloroso que las vísceras que esos chicos malos (esos sí que son malos) suelen mostrar al público.
Babelia
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