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El ex comunista D'Alema obtiene el visto bueno del presidente para formar Gobierno en Italia

Ya nada se interpone entre Massimo D'Alema, un político de 49 años forjado en el aparato del desaparecido Partido Comunista Italiano, y la presidencia del 56º Gobierno de su país. La votación parlamentaria para confirmar que cuenta con la mayoría necesaria y el juramento del cargo son las dos únicas formalidades que le faltan por cumplir antes de poder instalarse esta misma semana en el Palazzo Chigi, sede del Gobierno italiano. Esta crisis supone la consolidación de un nuevo centro en la política italiana y arroja dudas sobre el futuro del proyecto centroizquierdista del Olivo.

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D'Alema presentó ayer al presidente de la República, Oscar Luigi Scalfaro, el documento programático firmado por todos los grupos que le apoyan -la mayor parte del Olivo más el centrista partido de Francesco Cossiga, más los comunistas de Armando Cossutta-, y que constituye el aval requerido por Scalfaro para dar vía libre en Italia al primer Gobierno dirigido por un ex comunista, un hecho insólito no sólo en este país, sino en toda Europa occidental. En la nueva mayoría descrita por D'Alema veladamente el pasado viernes como una superación de la bipolaridad, parece reinar una aceptable paz. El nuevo primer ministro señaló ayer, tras reunirse con los líderes de la nueva oposición -lo que queda del Partido de Refundación Comunista, que provocó la caída del anterior Ejecutivo, es ahora parte de ella- como puntos esenciales del programa de Gobierno, la aprobación de los Presupuestos preparados por el caído Gabinete de Romano Prodi, y un inmediato impulso, partiendo de cero, a las reformas de la ley electoral y de la Constitución.

En sus primeras declaraciones tras recibir ayer la confirmación de Scalfaro para formar Gobierno, D'Alema defendió la absoluta normalidad de la nueva coalición refiriéndose a ella como un arco que va "de las fuerzas liberales, a las que podríamos llamar socialistas y un frente medioambiental". Algo que se parece, añadió, a lo que existe en Francia. En cualquier caso, prosiguió, "un Gobierno que no es del Olivo", a la vez que precisaba que "el proyecto del Olivo sigue vivo fuera del Gobierno".

D'Alema había recordado a quienes critican la maniobra política que le lleva al Palazzo Chigi, sin que los electores le hayan elegido, que es el líder del principal partido de la coalición que venció en las elecciones de abril de 1996. "Los líderes del Olivo indicaron mi nombre a Scalfaro", puntualizó el nuevo mandatario, aunque está fuera de dudas que es precisamente el Olivo el que se ha visto seriamente dañado en esta operación de cambio de mayoría de Gobierno.

No es un misterio para nadie que el nuevo equilibrio de fuerzas del centro-izquierda se limita a un amplio centro y a un fuerte partido de izquierda, el de los Demócratas de Izquierda de D'Alema, apoyado por el Partido de los Comunistas Italianos que acaba de crear Armando Cossutta. Es el centro el que se ha reforzado con el partido del ex presidente Francesco Cossiga, que, pese a las diferencias de matiz, suma sus fuerzas con el Partido Popular Italiano de Franco Marini, principal heredero de la Democracia Cristiana, y Rinnovamento Italiano, la pequeña formación que lidera Lamberto Dini. Los tres mantuvieron el sábado una reunión para estudiar una estrategia conjunta en las próximas elecciones europeas que deja pocas dudas sobre la formación de un nuevo bloque en el seno de la coalición. Dentro del Olivo naufragan los Verdes y una serie de grupos menores, aparte de las personalidades más destacadas de la coalición, como Prodi y el senador Antonio Di Pietro.

Críticas de Prodi

Por si quedaba alguna duda de la crudeza del golpe asestado al Olivo por la nueva mayoría, basta escuchar al propio Prodi. El ex primer ministro ha rechazado la oferta de D'Alema de formar parte de su Gobierno. "Es de una naturaleza muy distinta al que yo presidí", dijo el ex primer ministro. Prodi también criticó ayer el camino seguido por D'Alema para llegar a la jefatura del Gobierno. "El modo en que se ha sumado la nueva mayoría representa un claro frenazo en el proceso de construcción del sistema bipolar. No obstante, no debe significar el fin del proyecto del Olivo. Al contrario, ahora es cuando Italia lo necesita más". Las críticas le llueven a D'Alema también de los sectores conservadores. La ofensiva del Vaticano y de la jerarquía católica italiana contra un hombre que procede del aparato del extinto PCI, una bestia negra para la Iglesia, decidió ayer a Cossiga a tomar la defensa del nuevo Ejecutivo. "Los valores católicos pueden ser mejor defendidos en este Gobierno que en el precedente, porque Prodi tenía que mediar entre Refundación Comunista y los Populares", ahora en cambio, ha aumentado el sector ex democristiano. Por lo demás, añade Cossiga, "ya no existe el peligro comunista".

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