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El Círculo de Economía homenajea a su primer presidente

Ferrer Salat, ex presidente de la CEOE y del COE, patrón de la transición, ejerció una gran influencia pero nunca quiso entrar en política

Carlos Ferrer Salat, fundador de la patronal CEOE e inspirador de las modernas cámaras de comercio españolas, ha sido el "empresario español más influyente de este siglo", tal como lo definió no hace mucho el profesor y ex ministro Ernest Lluch. La referencia se convirtió en epitafio, cuando, la madrugada del domingo, la muerte cogió por sorpresa al conocido patrón de patrones, como coincidieron en definirle las personalidades del mundo del deporte, la política y la economía congregados ayer en el tanatorio de Les Corts de Barcelona. Un acto celebrado ayer en el Círculo de Economía se convirtió en un masivo homenaje a Ferrer al conmemorar el cuarenta aniversario de la primera conferencia pronunciada en este foro por el historiador, Jaume Vicens Vives, por quien Ferrer sentía devoción y de quien recogió el mensaje de formar una capa dirigente capaz de estimular los anhelos de libertad y de europeismo.

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Influencia política

La muerte de Ferrer Salat deja un vacío tanto en el mundo empresarial como en las élites del centro político español. Ferrer fundó el Círculo de Economía en 1958, inspiró durante la transición el nacimiento de la patronal CEOE a partir del nucleo histórico de Fomento del Trabajo y en la actualidad ocupaba la presidencia del Consejo Superior de Cámaras de Comercio de España. Ferrer Salat ha influido más que nadie en el mundo de la política desde las plataformas económicas. A él se le debe en gran medida la primera formulación liberal y europeísta del centro derecha español y cierta influencia del giro hacia el centro del PP. En los ultimos tiempos, Ferrer, con un pie en las organizaciones empresariales y otro en los círculos civiles del catalanismo, ha estado propiciando la emergencia del regeneracionismo federal que en el futuro podría encabezar el actual portavoz del Gobierno, Josep Piqué.

Ferrer Salat dio sus primeros pasos en la agitación empresarial de la mano de otros empresarios como Félix Gallardo, José Felipe Bertrand de Caralt, en una operación entrista en las estructuras del sindicato vertical que acabó transformando la patronal. Este mismo reformismo había sido años antes, concretamente en 1966, el hilo de otra transformación crucial, marcada por la unión entre las cámaras de comercio y de industria de Barcelona, promovida por algunos patrones renovadores de entonces como Riviere, Ribera Rovira o Roviralta, entre otros, unidos en torno a un programa mínimo de libertades y de europeísmo. Por encima de cualquier consideración, aquella unión cameral cerró para siempre el debate entre los antiguos proteccionistas laneros y los modernos librecambistas de los sectores emergentes, como la farmacia, la metalurgia o la química.

Muchos años después, ya en 1996 desde el Consejo Superior de Cámaras, Ferrer Salat ha cerrado la misma herida reabierta de nuevo por lo excesos intervencionistas de la cúpula de la CEOE, comandada por José María Cuevas, el antiguo jefe de gabinete de Rodolfo Martín Villa en la etapa azul del ex ministro, y hoy instalado de forma casi vitalicia en la organización confederal.

Respecto al mundo de la política, Ferrer Salat ha mostrado siempre una personalidad poliédrica, escurridiza y de gran influencia entre las bambalinas del poder. Sin abandonar nunca su ideario liberal, formó parte primero de la primera célula del desaparecido Centre Català -subsumidos después entre la CDC de Pujol y la UCD de Suárez - y abandonó este grupo antes de que se constituyera en partido. En las elecciones autonómicas de 1984 declinó una oferta de Manuel Fraga para encabezar la lista catalana de AP y en los últimos años ha vuelto a la política, pero de nuevo sin traspasar los límites de la antesala partidista.En esta última ocasión, Ferrer desplegó un protagonismo tan activo como discreto en el giro centrista del PP y en las nuevas fórmulas de entendimiento entre Madrid y Barcelona, que discierne con cautela el portavoz y ministro catalán Josep Piqué. Precisamente en este entendimiento Madrid-Barcelona, nudo gordiano de la gobernabilidad, Ferrer Salat fue el único notable catalán capaz de mover hilos al margen del presidente de la Generalitat, Jordi Pujol. La capacidad de ir por libre del empresario, basada en su pertenencia a grupos de presión nada domésticos -fue fundador de la Comisión Trilateral y era miembro del comité del World Economic Forum que organiza sus reuniones en la localidad suiza de Davos- provocó siempre la desconfianza de Pujol. Además, las relaciones entre ambos fueron siempre más bien tensas y desprovistas de cualquier química.

El perfil de hombre influyente de Ferrer Salat se forjó en la búsqueda del espacio de centro y en su ideología liberal. Su iniciación tuvo lugar durante la encrucijada del bienio 1958-1959 - Plan de Estabilización y convertibilidad de la peseta-, la etapa de formación de unos hombres que a la postre jugaron un papel de primer orden en la génesis de las élites político económicas y cuya contribución resultó fundamental para superar con éxito la transición española. Las palancas institucionales del cambio de modelo -que transitó de la autarquía a una economía abierta- basaron parte de su eficacia en la respuesta civil de aquella élite en ciernes, que encarnaron los fundadores del Círculo de Economía, alrededor de Joan Mas Cantí y Carlos Ferrer Salat.

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