Ledesma frente a Shostakovich

El programa ofrecido por la Orquesta y Coro Nacionales bajo la dirección del vienés Alexander Sander -mozartiano y wagneriano, asistente de Böhm y de Boulez- era tan sorprendente como interesante. Sólo dos compositores: el zaragozano Ariano Rodríguez de Ledesma (1779-1847) y el sanpeterburgués Dimitri Shostakovich (1906-1975). Del primero recuperamos la Misa de difuntos, escrita para las honras fúnebres de la reina Isabel de Braganza, segunda esposa de Fernando VII. Del segundo la primera sinfonía que sorprendió en 1926 a los medios musicales. Ledesma fue un excelente compositor, maestro de la Real Capilla, caballero de la Orden de Isabel la Católica y, según caían las pesas en la vida nacional, emigrado londinense.

Con el Coro Nacional que dirige Steubing-Negenborg, actuó el grupo gregorianista Alfonso X El Sabio, de Luis Lozano, y el resultado mereció largas ovaciones.

Las hubo, con toda razón como para la fresca, inteligente, irónica y vivaz primera sinfonía de Shostakovich, obra de sus 20 años y, por lo tanto, carente de la pesadumbre que el paso del tiempo y el peso de las circunstancias cargarían sobre el ánimo del compositor.