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Reportaje:

Beneficiados y olvidados

Julio Martínez sólo dejó dos beneficiarios: la Consejería de Sanidad, que se quedará con los 600 millones de pesetas en que están valorados sus bienes, y Carmen Llamas, la mujer que le cuidaba en su casa de la calle de Marcelo Usera. Carmen, que se queda en usufructo el piso del anciano, es hija de Enrique Llamas, amigo íntimo de Julio Martínez.Pero, según esta mujer, el fallecido nunca comentó que iba a dejar toda su fortuna a la Comunidad de Madrid. "Siempre dijo que su piso sería para los enfermos del sida, y que su dinero debía ir a los huérfanos. Me dijo que no me preocupase, que mientras yo viviese me iba a dejar en usufructo las acciones de la Bolsa", aseguró.

Carmen Llamas mantiene que Martínez Bujanda empezó a hablar del testamento nada más enfermar en 1997. "Nos comentó que le buscásemos un albacea, pero no hicimos nada, porque una conocida suya, empleada en un banco, lo encontró antes. El albacea elegido resultó que vivía encima de una residencia de ancianos donde Julio había pasado algunos días", explica Carmen.

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"El testamento lo llevó el albacea al hospital, estando Julio ya grave. Él lo firmó pocos días antes de morir. Yo no voy a reclamar nada, porque lo que vale es lo escrito, pero todo ha sido muy extraño", afirma Carmen.

La mujer no sabe ahora qué hacer con el piso. "El dinero no es para mí una obsesión", dice. Sin embargo, su padre, Enrique Llamas, de 80 años, está muy enfadado por la escasa cuantía de lo heredado. "Hemos pagado los costes del entierro y otro montón de facturas y, además, siempre hemos estado a su lado: en lo bueno y en lo malo", dice.

El entierro se celebró el pasado 3 de abril. Nueve personas acudieron al sepelio. Su único hermano, fraile en Venezuela, llegó dos días después. El círculo de amistades de Julio lo componían dos monjas, una empleada del Banco Central Hispano, dos parejas de paisanos de Navarra, Enrique Llamas, su esposa y Carmen Llamas. Ayer todos estaban disgustados por la imagen divulgada de su amigo. "Era reservado, pero majo. Y siempre estuvo junto a sus amigos", dicen.

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