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"Es incomprensible que aún no haya juicios en euskera"

Henrike Knörr, vicepresidente de la Real Academia de la Lengua Vasca (Euskaltzaindia) y catedrático de Filología Vasca en la Universidad del País Vasco, votará en blanco el 25-O como en las últimas elecciones. No obstante, dice, la tregua de ETA hace que se diferencien profundamente.Pregunta. ¿Qué son los vascos?

Respuesta. Un grupo humano que vive en esta parte de Europa y con rasgos culturales muy claros, como han constatado los científicos. Tienen mucho que ver con la historia. Hay, sobre todo, dos bases de la identidad vasca o vasconavarra: el euskera y el sistema foral. Pero también tenemos muchas características culturales compartidas con otros grupos. Por otro lado, hemos sido y somos un pueblo muy emigrante. España, Francia y América son las segundas casas de los vascos.

P. ¿Qué panorama se ofrece tras la tregua de ETA?

R. Es una gran puerta a la esperanza. La violencia es inhumana, absurda, injusta. No sirve para nada y, además, es destructiva para un país y una sociedad. La pregunta es por qué estamos, más o menos, donde estábamos en 1978.

P. ¿Hay antecedentes del actual enfrentamiento entre quienes pretenden una mayor cuota de autogobierno, que pasaría por la reforma de la Constitución, y los que creen que el estatuto de Gernika ya satisface a los vascos? ¿O es otra vuelta de tuerca de los nacionalistas?

R. Los dos últimos siglos muestran claramente una voluntad de autonomía. Pero los acompañantes de ese deseo nos han perjudicado. En un caso fue el carlismo absolutista. En otro, mucha gente se abrazó al liberalismo, y existió el fuerismo liberal; pero desde Madrid se cometió la torpeza de querer igualarnos, como si las cuatro provincias fuéramos una región cualquiera. Otro acompañante nocivo, claro, ha sido el terrorismo. Es hora de hallar entre todos una vía razonable hacia la autonomía.

P. ¿Qué piensa de la solicitud del voto por el Foro Ermua a los partidos estatales?

R. Me he quedado de una pieza al leer que pide el voto no nacionalista. No creo que el nacionalismo sea ni bueno ni malo. No creo en esos términos absolutos, a condición de que se diga en cada momento qué es lo que se quiere decir. De otra manera, "socialista": ¿qué es "socialista"? Nasser se proclamaba socialista y, al tiempo, lamentaba que los alemanes no hubieran matado a más judíos. También Pol-Pot y a nadie se le ha ocurrido identificarlo con el PSOE.

P. La tregua marca estas elecciones, ¿Es la diferencia principal?

R. El elemento fundamental es la paz. Una paz, si se quiere, precaria, pero la gente se siente más segura. Puede existir una violencia residual, pero lo básico es que por primera vez se plantea un panorama diferente, donde todo el mundo tiene que abandonar el piñón fijo. Además de que, por fin, se hablará de otros asuntos, la paz supone un reexamen de esta democracia. Una de las razones de que vote en blanco es que no hay listas abiertas.

P. Entonces, ¿hay lo que desde la izquierda abertzale se llama déficit democrático?

R. La franja de pataleo es enorme. No es el 1% de los votos, es el 15%, gente que no está por la labor tal y como es ahora, que no está en el sistema pero tiene parlamentarios, alcaldías... Eso indica un malestar profundo. Y no estoy dándoles la razón, sólo constatando un hecho. Mi idea es que la paz cambia el panorama y sería bueno que este cambio supusiera una profundización en la democracia.

P. ¿Y el futuro del euskera?

R. Es el momento de ir hacia una igualdad en la que la gente se maneje en euskera o en castellano. Esto será una situación incómoda, pero es que el país es así: tenemos dos lenguas. Eso sí, el fin de la subordinación del euskera no tiene que llevar consigo ningún elemento de revanchismo. Ni como pueblo ni como país nos interesa.

P. Quizá en lo que aún no se ha avanzado hacia ese fin de la subordinación es en la Justicia.

R. Es incomprensible que después de casi 20 años de estatuto no sea posible -con el 23% de la población, vascófona- celebrar un juicio en euskera cuando una parte lo quiere. Hay instituciones de paso elefántico. Este asunto es clave: si la Justicia quiere una proximidad al ciudadano y aumentar su prestigio tiene, aparte de ser rápida, que ofrecer esa posibilidad.

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