Trabajo infantil
Durante las semanas previas a los últimos Mundiales de fútbol celebrados en Francia ya tuvimos la posibilidad de contemplar las impactantes imágenes que nos brindaban los telediarios y que mostraban cómo cientos de niños cosían con sus pequeñas manos los balones que iban a patear las más famosas estrellas del balompié. En estos últimos días se vuelve a oír con insistencia que se intenta presionar a las federaciones de deportes a nivel nacional para que boicoteen a las grandes firmas que emplean a niños para fabricar sus productos: balones, camisetas, zapatillas de deporte, etcétera.Sólo me produce repugnancia y tristeza el saber que niños que deberían dedicar su tiempo únicamente a disfrutar de su infancia como tales niños son sobreexplotados por empresas sin escrúpulos. Sin embargo, me preocupa que estas medidas de presión, que intentan provocar que las grandes firmas del deporte que utilizan a los pequeños como obreros abandonen estas prácticas de abuso, pue-
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Trabajo infantil
Viene de la página anteriordan ser, como remedio, más dañinas para aquellos a quienes se intenta proteger que la propia enfermedad.
Puede ocurrir que estos niños, efectivamente, se queden sin trabajo. Pero si ellos ahora están trabajando es porque claramente lo necesitan para su propia supervivencia y la de sus familias.
El que estas empresas dejen de contar con ellos no significa acabar con el problema en sí, sino, a buen seguro, agravarlo. Busquemos entre todos una solución para que estos niños no tengan que trabajar y puedan aprender en la escuela y jugar. Sólo eso.
Cuando tengamos esta solución, y, lo que es más importante, la hayamos puesto en práctica y funcione, seguramente ya no hará falta forzar a estas firmas a que cesen este tipo de explotación. Por otro lado, tampoco hace falta ir a otro continente o a otro país para ver cómo una empresa explota a un trabajador. Podemos preguntar a cualquier joven español que disfrute de un contrato basura qué prefiere: trabajar en condiciones de explotación o no trabajar.
A veces, ayudar a acallar nuestras conciencias de habitantes del Primer Mundo, del Norte rico o del Occidente opulento puede hacer mucho daño a nuestros semejantes de zonas desfavorecidas.- . .
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