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Entrevista:

"El lector español es el último reino anarquista"

Basilio Baltasar (Mallorca, 1955) se ha incorporado esta semana a Seix Barral como director editorial con la tarea de devolver a esta división de Planeta el peso e influencia de los tiempos de Carlos Barral. Su primera medida ha sido resucitar el Premio Biblioteca Breve.Pregunta. ¿Cómo se repartirán el poder y el trabajo en Seix Barral Pere Gimferrer, que sigue como editor literario, y usted?

Respuesta. Digamos que lo que hacen el editor literario y el director editorial es distribuirse ciertas funciones. Lo más usual es que sean las mismas. De lo que se trata es de buscar, evaluar, y finalmente yo tomo la decisión de desarrollar todo el programa. Pere seguirá haciendo lo que ha hecho siempre, y yo editaré, tomaré las decisiones, me encargaré de la organización del premio...

P. ¿Qué es Seix Barral ahora y qué planes tiene para hacerla mejorar?

R. Seix Barral es básicamente una tradición. Y es un catálogo. Esa creo que es la realidad más evidente de cada editorial: los libros que ha publicado. Yo quiero multiplicar el interés y el compromiso de Seix Barral con la narrativa de España y de Hispanoamérica, crear nuevas colecciones, entrar con más ímpetu en el campo del ensayo, recuperar la colección Formentor, que sería exclusivamente para narrativa internacional, y convertir el premio en una de las señas de identidad de la casa. Desde que me ofrecieron tomar las riendas de Seix Barral ese fue el primer proyecto: resucitar el Premio Biblioteca Breve como mascarón de proa de lo que será la editorial y su programa.

P. Cuando nació este premio, en 1958, lo hizo en medio de un páramo cultural. Ahora, por el contrario, la literatura española está normalizada, y los premios desprestigiados. Al presentar la nueva etapa del Biblioteca Breve, usted dijo: "Sabemos lo que queremos y también sabemos lo significa eso". R. Es una cita de la película Casablanca. La frase la pronuncia el gendarme cuando Humphrey Bogart le obliga, a punta de pistola, a no cancelar el despegue del avión. El gendarme se queda muy sorprendido, se sienta y entonces dice esta frase tan brillante... Bueno, no es que yo esté orquestando una operación nostálgica ni que pretenda restaurar algo que efectivamente respondió al espíritu y a la España de su tiempo. De lo que se trata es de responder a los dilemas del siglo XXI, y crear un premio que, respondiendo al espíritu fundacional, a aquella intención, sepa dar respuesta a los dilemas de hoy. No me parecía adecuado presentarlo con comentarios agresivos sobre lo que hacen los demás, me parecía más importante hacer una declaración lo más elocuente posible de lo que quiero que sea el premio.

P. ¿En qué ha de ser diferente a otros premios?

R. Será un premio literario, cuyas bases comprometen la intención del jurado: destacar "aquella obra que mejor realice el sentido de la novela en el mundo de hoy". O sea, no un jurado que anuncie que va a buscar la mejor de las novelas, sino que sea consciente de que no hay una novela mejor que otra, sino que comprenda que hay muchas maneras de entender la narrativa y seleccione aquélla que encaje mejor con su propia visión estética y su programa literario. Un programa literario que, a pesar de que nuestras programaciones son abiertas y eclécticas, porque el mundo de hoy lo es, tendrá el valor de decidir una de esas líneas posibles.

P. ¿Esa línea está definida?

R. He estado trabajando en ello este verano. Es una propuesta que estoy haciendo a aquellas personas a las que estoy invitando a ser parte del jurado. Probablemente lo estará alrededor del mes de diciembre, que es cuando se hará público.

P. ¿Quiere decir que no será un premio comercial?

R. No creo que el del éxito como empresa y el del éxito literario sean dos mundos diferentes. Uno se debe al otro. Como decía recientemente el editor Einaudi en una entrevista de Rosa Mora: si perdemos dinero significa que perdemos lectores, y el interés primordial de una editorial es tener lectores, muchos lectores. Es decir, no padezco el prejuicio católico contra el dinero. P. Una editorial que publica al año 60 novelas, con la mayoría de ellas cubre gastos, con unas cuantas pierde, y con un puñado de libros que se venden mucho gana el dinero para mantenerse viva. ¿Es así?

R. Es lo que dice la estadística, y a grandes rasgos es cierto. Pero lo verdaderamente importante para cada editor es que detrás de cada libro haya una razón poderosa para publicarlo y que la programación sea coherente y explique una manera de entender el mundo. Lo que me interesa es que yo sea capaz de explicar con todo lujo de detalles por qué he editado un libro, y que dentro de un año, si usted se interesa por ello, yo pueda darle razones para cada libro. Afortunadamente creo que no sabemos nada. Creo que el lector español es el último reino anarquista: hace lo que quiere, cuando y como quiere. Eso es lo que hace creativo e imprevisible el oficio de editor.

P. ¿Quizá esa anarquía se debe a la falta de academias, autoridades y en general referencias culturales creíbles, respetadas?

R. Creo que el lector español tiene un gran instinto e intuición, sus reacciones son imprevisibles; creo que está en un proceso de búsqueda constante de autenticidad y de ciertas experiencias que se materializan en ciertas novelas, y por otro lado no reconoce más autoridad que su propio deseo. Se fía poco de las recomendaciones; lo que hace es buscar y muchas veces encuentra. A pesar de que no necesariamente tengamos que compartir sus gustos. Los gustos de una multitud anónima obviamente pocas veces serán los nuestros.

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