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Reportaje:

El país del futuro que nunca llega

El 28'7% de la población de Brasil vive con menos de un dólar diario

ENVIADO ESPECIALEn un extremo, uno de los sistemas de navegación por Internet más desarrollados del planeta; en el otro, los 4.565 habitantes de Afonso Cunha (Estado de Maranhao) viven en la indigencia. Las 11 personas de esa localidad que poseen un automóvil tienen que enfrentar 42 kilómetros de ruta embarrada para llegar al puesto de venta de gasolina más próximo. Así es Brasil, un país donde la riqueza más apabullante coexiste con niveles de miseria sobrecogedores, una nación gigantesca de 164 millones de habitantes con amplias franjas de territorio despobladas e inmensos latifundios y millones de campesinos agrupados en el Movimiento de los Sin Tierra (MST), que ocupa ilegalmente haciendas improductivas.

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Un país con la selva más vasta del planeta, en la que viven 215 tribus, 55 de las cuales no han contactado jamás con el hombre blanco, y en la que los antropólogos creen tener evidencias de que hay tribus todavía sin localizar. La Amazonia, histórico depósito de sueños y quimeras, es algo más que el gran pulmón del planeta. El imaginario Eldorado atrajo a los que hoy pueblan parte de la selva, aventureros, buscadores de oro, garimpeiros, y todos aquellos que sintieron su llamada.

La Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNNB) lo describe así: "Vivimos en un país con las mayores desigualdades del mundo... Un país fracturado, fragmentado, dividido, fundamentalmente desigual. Un país con islas de excelencia -el parque automovilístico, la industria aeronáutica, la tecnología de prospección de petróleo, los trasplantes, la producción agrícola- rodeadas por un mar de marginación social, hambre, enfermedades endémicas, sequía, desempleo, gente sin tierra y sin techo".

En un dramático diagnóstico sobre la situación social, la CNNB identifica cuatro grandes obstáculos que cercenan la inserción de la mayoría de la población: 1.Acceso a la tierra. 2.Acceso a la educación, cultura e información. 3.Acceso al mercado de trabajo y a la renta monetaria. 4.Acceso a los servicios esenciales: salud, seguridad social y alojamiento.

El candidato de la oposición de izquierda, Luiz Inácio, Lula, da Silva, ha criticado al presidente Fernando Henrique Cardoso por no tener problemas a la hora de financiar la implantación de la planta automovilística de la Ford en Río Grande do Sul, mientras alega que el Estado no dispone de recursos suficientes para combatir el dengue.

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"¡Sí a la globalización, pero no a la marginación!", proclamaba el miércoles por la noche Cardoso en el mitin de cierre de la campaña electoral, en la ciudad de Curitiba. El candidato a la reelección en los comicios del domingo ha repetido la misma promesa que hizo hace cuatro años: combatirá la desigualdad. Los resultados no avalan al presidente.

Un estudio del gubernamental Instituto de Investigación Económica Aplicada (IPEA), dependiente del Ministerio de Planificación, muestra que, durante su mandato, el presidente Cardoso aumentó, en valores nominales, los gastos sociales. Pero, si se compara esta inversión con el crecimiento de toda la riqueza producida en el país, o producto interior bruto (PIB), los recursos sociales están estancados, al mismo nivel que en el año 1994.

Los gastos en cultura y educación, por ejemplo, registraron una disminución del 20,5%. Es cierto, señala el estudio, que el gasto social del Gobierno federal pasó de 80.000 millones de reales en 1994 a 111.000 millones el año pasado, lo que significa un aumento del 37,8%. Pero cuando se confrontan estas cifras con el aumento del PIB, se comprueba que en 1994 (último año del Gobierno de Itamar Franco) el gasto social significó el 11,7% del PIB, mientras que en 1997 el porcentaje fue del 11,9%. Todo ello, en un país donde, según el último informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el 28,7% de la población vive con una renta inferior de un dólar diario.

No a la marginación, pide el presidente Cardoso. El diario Folha de São Paulo publicó recientemente un suplemento bajo el título "Mapa de la marginación". La crisis financiera mundial agrava las condiciones de vida. El informa indica que "Brasil tiene hoy, al menos, 25 millones de miserables, cifra equivalente a tres Suecias o a la población total de Perú".

Conforman la franja más baja de la pirámide social, con unos ingresos de 234 reales mensuales por familia (la media brasileña es de 907 reales), el peor nivel de escolaridad y la marginación del mercado de trabajo. El peor de todos sus males, que no figura en las estadísticas, es la falta de perspectiva de ascenso social si no reciben ayuda del Estado. Son los excluidos de los excluidos.

La mayoría vive en el noreste, la región que alberga el 28% de los brasileños. De cada 100 nordestinos, 39 son miserables. En el Estado de Ceará, con el peor cuadro de todo el país, el porcentaje llega al 47% de miserables. El mapa de la marginación también incluye a los Estados considerados más ricos, como São Paulo, donde el 12% de la población (2,6 millones) entra en esta categoría.

Si el nivel de renta constituye la línea divisoria en la pirámide social, la educación es la principal causa de la miseria. De los 25 millones, el 83% son analfabetos funcionales (con menos de cuatro años de estudios). Un mapa más amplio de la población de Brasil eleva a 63,6 millones de personas (63%) los excluidos, distribuidos en 25 millones de miserables (24%), 24 millones de desposeídos (23%) y 15 millones de pobres (15%).

En el país de los contrastes, los ciudadanos acudirán este domingo a las urnas para votar al presidente, gobernadores, diputados y senadores. Pero no lo harán con las papeletas tradicionales en la mayoría de los países del mundo, sino con un sofisticado sistema electrónico, por el cual cada elector votará pulsando en un teclado el número de sus candidatos preferidos.

En algunas zonas rurales del interior de Brasil, donde reina el caciquismo y el analfabetismo, los caudillos locales han hecho correr la especie de que la maquinita de votar fotografía al elector, por lo que éste debe andar con cuidado a la hora de dar su voto a quien no está bien visto por los poderes locales.

En este inmenso mosaico que es Brasil el orgullo nacional es un elemento capital en la personalidad del pueblo, lo que ha sido hábilmente explotado por los distintos líderes políticos.

Hoy, cuando se debate sobre si el modelo económico imperante es neoliberal, no faltan las voces de aquellos que reclaman un modelo genuinamente brasileño, aunque no acierten a explicar en qué consiste. "Brasil tiene todo por hacer". "Es un país con un potencial impresionante". "Por su riqueza y sus recursos naturales, podría ser una de las primeras potencias del planeta" son frases manidas que se escuchan a menudo en América Latina cuando los expertos hablan de Brasil y de sus posibilidades reales.

Y, probablemente, tienen razón. Pero, hoy por hoy, la realidad es que la mayoría de los brasileños que votarán el domingo y, con toda probabilidad, revalidarán a Fernando Henrique Cardoso en la presidencia de la república, no han podido sacudirse la pesada carga del subdesarrollo.

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