Argentina vive pendiente de Brasil
Un tercio de los 3,55 billones que exportan los argentinos cada año se destina al mercado brasileño
Analistas de las principales entidades bancarias y empresas españolas con intereses en América Latina dan por descontado que, después de las elecciones presidenciales del 4 de octubre, Brasil pondrá en marcha un plan de ajuste fiscal que inevitablemente tendrá efectos en los países vecinos del Cono Sur, y de manera especial Argentina.A pesar del pánico que ha generado la crisis financiera, de momento los pronósticos no avalan un escenario del caos en Brasil, que consistiría en un derrumbe de las reservas, la retirada del Banco Central y el naufragio del tipo de cambio. En este caso, las consecuencias para Argentina serían muy negativas y la convertibilidad dólar-peso estaría en serio peligro. "Lo descartamos como escenario de riesgo", asegura una fuente del Banco Francés-BBV en Buenos Aires. Los más optimistas apuntan que después del 4 de octubre se acaba el riesgo.
El presidente brasileño, Fernando Henrique Cardoso, ha admitido que después de los comicios el Gobierno deberá efectuar un ajuste riguroso, con especial énfasis en los gastos excesivos y descontrolados de los Gobiernos federal y de los Estados. Cardoso ha dado instrucciones a sus ministros de Hacienda, Pedro Malan, y de Planificación, Paulo Paiva, para la elaboración de una reforma fiscal y tributaria. La comunidad internacional ha respondido con una clara señal de apoyo a la política del presidente brasileño con la aprobación, a mediados de septiembre, del mayor préstamo de la historia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), por un valor de 156.200 millones de pesetas.
Cardoso no ha dado detalles de cuáles son sus intenciones en otros terrenos, como la elevada deuda a corto plazo o una devaluación controlada del real, que los analistas estiman podría oscilar entre el 10% y el 20 %. La palabra devaluación pone los pelos de punta en Argentina, donde pocos hombres de empresa niegan lo que es una realidad: la brasildependencia se hará sentir ante cualquier decisión que adopte el gigante latinoamericano. Argentina exporta por valor de 3,55 billones de pesetas anuales, un tercio de los cuales se dirige a Brasil.
"Antes de las elecciones no ocurrirá nada", afirma categórico Antonio Sacido, de Argentaria. "Después, con ayuda del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial sacarán adelante al país, como hicieron con México hace cuatro años. En dos o tres meses el real se devaluará, porque está sobrevaluado. En Argentina no se puede devaluar ni el 2% porque cundiría el pánico. La fuga de capitales sería impresionante. Hasta ahora ha habido trasvase de depósitos en pesos a depósitos en dólares, pese a la diferencia a favor de los primeros de 5 o 6 puntos en intereses".
Una devaluación del real implicaría, además, para el vecino del sur: caída de las exportaciones, aumento del déficit de cuenta corriente y salida de capitales. Aunque algunos analistas sostienen que Argentina ofrece "bastante solidez a medio plazo porque existe un compromiso con la estabilidad que se llama convertibilidad". No hay que olvidar que amplios sectores de la población están endeudados en dólares.
A diferencia de lo que ocurrió con el efecto Tequila, en la crisis actual los depósitos y préstamos siguen aumentando, lo cual constituye el parachoques más fuerte para amortiguar el efecto negativo de la crisis internacional sobre la actividad económica interna, porque en Argentina la principal fuente de financiamiento de las empresas es el crédito bancario. Las reservas alcanzan los 3,13 billones de pesetas y los depósitos se sitúan en 10,79 billones.
El panorama de solvencia que acostumbran a dibujar los responsables económicos argentinos contrasta con otra realidad: desde enero la Bolsa argentina es la que ha experimentado un descenso más pronunciado después de Rusia y Venezuela. Los bonos con la garantía del Tesoro público han bajado entre un 25% y un 30%.
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