Los Quince se comprometen a armonizar la fiscalidad sobre el capital en nueve meses
El Consejo de ministros de Economía y Finanzas (Ecofin) de la Unión Europea se comprometió el pasado fin de semana en Viena a armonizar las distintas legislaciones sobre el ahorro privado -intereses del capital- antes de que acabe el primer semestre de 1999. También consensuaron que deberán convencer a países como Suiza o Liechtenstein, seguramente en el marco de la OCDE, para evitar las fugas de capitales. La propuesta de armonización fiscal se ha estrellado contra Luxemburgo que mantiene la imposición cero tanto su nacionales como residentes.
El manejo nacional de los tipos de cambio y de interés permitía compensar las diferencias de los tipos fiscales, evitando en parte la competencia desleal en la atracción de capitales. Pero eso se acaba con la introducción del euro el próximo 1 de enero. "Una vez los riesgos cambiarios queden eliminados, las diferencias en los sistemas fiscales nacionales se harán más notorias y ejercerán una todavía mayor influencia en la colocación internacional del capital", resume un informe de la presidencia austríaca.Las dispersión fiscal agravará en el nuevo contexto otra competencia desleal ya existente: el diferente impacto nacional sobre el empleo. En efecto, desde que los movimientos de capital gozan de libertad en Europa (1988), su fiscalidad ha disminuido como promedio en diez puntos, que han sido compensados por un aumento de quince puntos en los impuestos sobre el factor trabajo. Independientemente de la falta de equidad que eso supone, y de que vacía el carácter progresivo del IRPF, el hecho es que el perjuicio a la creación de empleo puede ser diferente en cada país.
La propuesta de directiva de la Comisión postula una retención en la fuente del 20% a los ciudadanos de otros países, o alternativamente, la transparencia ante la inspección fiscal de sus países de origen. Quizá la salida sea un tipo inferior. Pero Luxemburgo se viene oponiendo a que esta directiva salga en solitario. Ha exigido que se acompañe de otra que armonice el impuesto sobre sociedades. Algo a lo que la mayor parte de los ministros se opuso en el Ecofin informal.
Sin embargo, el comisario responsable de fiscalidad, Mario Monti, constató avances, tanto por el compromiso de fijar una fecha tope para el acuerdo como por el espíritu general de la reunión. "Por primera vez en un Ecofin no se contemplan los asuntos fiscales como algo extravagante", concluyó.
Aunque en los otros elementos del paquete fiscal (además del ahorro, armonización del IVA, de la fiscalidad de la energía y supresión de retenciones en los pagos de intereses y royalties entre empresas asociadas de distintos Estados miembros) se avanzó muy poco, sí se alcanzó un enfoque común basado en tres principios: aceptar la posibilidad de la competencia fiscal; eliminarla, sector por sector, sólo donde sea "perjudicial" y respetar las competencias nacionales, dando preferencia a la vía de coordinación. Un aspecto clave, abordado con profundidad, es el de las relaciones con terceros países.
Si la colocación de ahorro se deslocaliza desde Luxemburgo a otros paraísos fiscales ajenos a la UE, los Quince habrían hecho el negocio de las cabras. Asimismo algunos sectores exhiben factores específicos que exigen un enfoque común. Por ejemplo, la tecnología exige que la tasación de las transacciones electrónicas se aborde desde el mayor número posible de Estados.
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