Calidad y memoria cinematográfica
A punto de clausurarse esta 46ª edición del Festival de San Sebastián, que cerrará esta noche sus puertas con la proyección de Dos vidas en un instante de Peter Howitt, la última película de la emergente estrella Gwyneth Paltrow, el balance no puede ser más positivo para el equipo de organización que lidera Diego Galán. La calidad de los filmes programados que, como suele ser norma, han sido tanto títulos de estreno absoluto o no proyectados en otros festivales -condición imprescindible para un festival de clase A-, como filmes que ya han cosechado el éxito en otros certámenes o las imprescindibles retrospectivas, este año especialmente memorables, resultó a la postre muy superior a la media, incluso de otros festivales europeos de la misma categoría que el donostiarra.
Éxito de taquilla
Si para un cinéfilo joven los nombres de Camilo Mastrocinque, Luigi Zampa, Luciano Emmer, Alessandro Blasetti e incluso Dino Risi, Mario Monicelli o Luigi Comencini pueden oler a naftalina, o directamente no resultar siquiera familiares, el conocer algunos de sus grandes filmes entre los años 40 y los primeros 60 ha subvertido desde este septiembre la memoria cinematográfica de muchos. Gran éxito de taquilla del festival, la retrospectiva Hambre, humor y fantasía, que es sólo la primera parte de una propuesta global que el año próximo abarcará desde los sesenta hasta el presente, ha sido uno de los temas preferidos en los corrillos post-proyecciones, en los que se ha valorado ante todo la frescura y la calidad de un cine sabio y poderosamente actual, a pesar de lo que ha cambiado la comedia -por influencia de la espúrea producción estadounidense-, y el espectador por ende, en los últimos años.También masiva ha sido la recepción de un cineasta mucho más conocido como es Terry Gilliam, de quien se ha proyectado no sólo la totalidad de sus largometrajes comerciales, sino también sus cortometrajes, e igualmente popular resultó la retrospectiva Clásicos de la Warner, reservada casi exclusivamente al público donostiarra. Pero, indudablemente, el plato fuerte de la presente edición lo constituyó el conocimiento del cine de Mikio Naruse, una propuesta que por sí sola justifica todo un festival. El cine del maestro japonés, hecho de delicadeza, hondura dramática y maestría a la hora de hilvanar la narración, ha sido seguido por una cantidad menor de público, pero ha complacido especialmente a la prensa y especialistas internacionales.
Babelia
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