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Clinton ordenó el ataque a Sudán movido por información falsa o incompleta, según la CIA

Bill Clinton actuó precipitadamente y guiado por información incompleta o errónea al ordenar el pasado agosto el bombardeo con misiles de una fábrica farmacéutica en Sudán, según informes confidenciales de la CIA y otros servicios secretos a los que han tenido acceso varios diarios estadounidenses. Escandalizado, el ex presidente Jimmy Carter pide que la Casa Blanca o el Congreso abran una investigación sobre "lo que pudo ser un trágico error". Pero la presidencia de EEUU insiste en su tesis de que allí se fabricaban los primeros elementos de gas nervioso.

Las primeras dudas en EEUU sobre si el blanco había sido bien escogido surgieron poco después del ataque, realizado el 20 de agosto, y fueron reforzadas por la actitud crítica de aliados fieles como los Gobiernos británico y alemán. Esas dudas han sido acentuadas en los últimos días por informaciones aparecidas en The New York Times y The Washington Post, que afirman que la Casa Blanca no tenía en el momento de ordenar el ataque pruebas sólidas para sostener que la fábrica farmacéutica Al Shifa era algo más que una simple fábrica de medicamentos y productos agrícolas y veterinarios."La CIA", escribió ayer en su primer editorial el diario neoyorquino, "ha llegado recientemente a la conclusión de que los informes que intentaban documentar la existencia de un vínculo claro entre el Gobierno sudanés y actividades terroristas eran falsos e inverosímiles". Se trata de decenas de informes cuya fuente, según descubrió tardíamente la CIA, era un falsario. La cosa se explica por el hecho de que el espionaje estadounidense trabaja en Sudán a partir de agentes y materiales de segunda mano desde que la estación de la CIA y la Embajada de EEUU en Jartum fueran cerradas en 1996.

Fuentes inseguras

Los servicios norteamericanos cuentan con los datos recogidos por los satélites, pero las informaciones obtenidas sobre el terreno que le llegan son de fuentes locales e inseguras. Las informaciones en poder de The Washington Post permiten afirmar lo siguiente: la Casa Blanca, en el momento de ordenar el ataque, no tenía la seguridad de que existiera una conexión entre el supuesto financiero del terrorismo Osama Bin Laden y la factoría; ésta, contra las afirmaciones de la Casa Blanca, no era secreta ni estaba estrechamente vigilada; producía fármacos contra la malaria y otros productos inocentes, y la decisión fue tomada a partir de una sola muestra de tierra recogida en el exterior de la fábrica y que presentaba trazas del agente químico Empta susceptible de ser usado para preparar el gas nervioso VX. Esa muestra fue entregada a la CIA por un agente local."Hay demasiadas preguntas, y el Gobierno ha cambiado demasiadas veces su versión, como para justificar la apertura de una investigación", dijo ya el pasado 6 de septiembre un editorial del diario de la capital. La decisión de atacar Al Shifa fue adoptada el 14 de agosto por Clinton y un muy reducido grupo de consejeros: seis personas, entre ellas el director de la CIA, George Tenet, el jefe del Estado Mayor, general Hugh Shelton, la secretaria de Estado, Madeleine Albright, y el consejero nacional de Seguridad, Sandy Berger. Shelton fue el que dijo a Clinton que lo mejor sería atacar objetivos en Sudán -lo que aprobaron con entusiasmo Albright y Berger- y quien señaló que el más conveniente era Al Shifa.

Días después del ataque, la Casa Blanca ya tuvo que reconocer que, en contra de sus rotundas aseveraciones iniciales, no podía probar que Al Shifa estuviera financiada por el millonario saudí Bin Laden, acusado de haber promovido los atentados terroristas de agosto contra las Embajadas de EEUU en Kenia y Tanzania. Ahora se enfrenta a serias acusaciones sobre la posibilidad de que se equivocara al escoger uno de los dos blancos -el otro estaba situado en Afganistán- de sus represalias. "La credibilidad internacional de nuestra nación se está viendo dañada", dice Jimmy Carter. "Si se confirma que hubo un error, tendríamos que aceptarlo e indemnizar a las víctimas". Pero la Casa Blanca, a través de Sandy Berger, rechaza poner en marcha la investigación interna que reclaman la prensa y el ex presidente. "No atacar esa factoría hubiera sido irresponsable", dice el consejero de Seguridad de Clinton.

Berger insiste en que en Al Shifa se estaba empezando a fabricar gas letal, algo que contradicen los científicos europeos que allí trabajaban. Esos científicos confirman la tesis sudanesa de que en Al Shifa se fabricaban inocuos productos farmacéuticos, agrícolas y veterinarios.

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