La lluvia balsámica
El agua, que cayó a raudales durante toda la corrida, tuvo un efecto balsámico para la afición logroñesa. Tan mojada estaba que ni se inmutó cuando por la puerta de chiqueros irrumpían uno tras otro animales que distaban mucho de lo que siempre se ha degustado en esta plaza: el toro íntegro y limpio, de cornamentas astifinas y con el trapío propio de cada ganadería. Pero además de las tristes y zafias hechuras, deambulaban sin ton ni son y con trote mular por el negruzco barrizal en el que se fue convirtiendo el piso. Éste es el toro moderno que exige la modernidad taurómaca: romos de pitones y con la casta zaherida y tan desdibujada que había que esforzar el aliento para encontrar un toro entre tantas coletas, esportones y capotes de brega. Los paraguas se convirtieron, a la postre, en los mejores aliados de toreros y ganadero. Es difícil protestar cuando hay que salvar la anatomía de la borrasca fría, que ha sentado sus reales sobre el coso de la manzanera. Con el anticiclón de las Azores, otra cosa hubiera sido.Y eso que la tarde se esperaba grande, histórica. Dos maestros en franca competencia en las alturas del escalafón y una ganadería seleccionada con mimo para el evento. Salió Ponce -porte decidido y enérgico, muleta retrasada, pico y superficialidad- ante un toro nobletón. Se limitó a tirar cartitas sin doblarse para matar rápido y a otra cosa, que se hacía de noche. En el quinto, el valenciano basó toda la faena en la mano derecha, con esa monotonía que dispone el redondo cuando se ejecuta forzado y tan despegado que entraba la luna entre los alamares y el muro.
Charro / Litri, Ponce, Tomás
Toros de Loreto Charro, sospechosos de pitones, mansos, descastados, con pocas fuerzas aunque con movilidad.Litri: pitos; aviso y división de opiniones. Enrique Ponce: división y ovación con saludos. José Tomás: aviso y oreja; silencio. Plaza de Logroño, 22 de septiembre. 2ª de feria. Casi lleno. La corrida empezó con media hora de retraso por la lluvia.
Después salió José Tomás e intentó fijar a otro toro que llevaba la carita a media altura. El animal, dócil e inestable, obedecía el engaño. Cuatro tandas de naturales con la distancia medida, pero sin esa emoción que sobrecoge y que hace llaga honda en los aficionados. Al otro, lo pasaportó como pudo. El bruto, manso de libro y rebotado de piquero en piquero sólo quería tablas y chiqueros. La cara por las nubes y el ademán del torero, compungido para colar el acero como fuera.
Miguel Báez, que asistió en función de convidado de piedra al cimero acontecimiento, sorprendió a más de uno con la ligazón y el mando que dejó impreso en una tanda al enorme cuarto toro. Debió de ser un espejismo, porque a partir de ahí terminó la faena y la sorpresa.
Llovió mucho y la afición riojana se entretuvo más en resguardar su viña que en mantener intacto el prestigio de su plaza. Ya se sabe que el buen vino detesta el matiz del agua.
Feria de San Mateo
En el tercer festejo de la Feria de San Mateo, de Valladolid, se lidiaron cinco toros de Manuel San Román, escasos de fuerza,sosos, aunque nobles; y un sobrero, el tercero, de Puerto de San Lorenzo, muy bravo, con fijeza y casta, derribó en el caballo, tomó dos puyazos, uno de ellos muy largo y se le dió la vuelta al ruedo, informa Efe. Ortega Cano, silencio y pitos.David Luguillano, dos orejas y ovación. Jesulín de Ubrique, dos orejas y palmas.Por otra parte, el toro Tanzano, de Valdefresno, ha sido galardonado con el trofeo Toro de Oro, concedido por la Junta de Castilla y León, como el más bravo de la Feria de Salamanca. Tanzano fue lidiado el pasado día 16 por Andrés Sánchez, que le cortó dos orejas. Y el diestro Enrique Ponce ha sido premiado con el trofeo al triunfador de la feria de San Sebastián de los Reyes (Madrid).
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