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EL PATRIMONIO INDUSTRIAL VASCO

Recuerdos de un pasado que se aleja

Paseo por las 17 construcciones catalogadas como patrimonio industrial del País Vasco, auténticos monumentos al trabajo

Todos estos lugares no figuran normalmente en las guías turísticas ni se subraya su existencia en los manuales de arquitectura, pero forman parte fundamental del paisaje vasco y de su historia. Son los rastros que mejor permiten comprobar lo que ha supuesto el paso de la revolución industrial por Euskadi. Evidentemente, no todas las construcciones de aquella época tienen el mismo interés. Algunas, por el contrario, son muestras palmarias de aberraciones arquitectónicas y urbanísticas. Pero sí se conserva todavía un puñado de rincones, diecisiete en concreto, cuyo interés histórico o estructural ha llevado al Departamento de Cultura a catalogarlos como monumentos, con su consiguiente derecho a recibir protección especial y no caer víctimas del abandono, el olvido y la herrumbre. La lista aumenta a marchas forzadas, y no siempre la decisión es bien recibida. La última incorporación al patrimonio, uno de los Altos Hornos de Vizcaya, ha creado polémica entre el propio Gobierno y la Acería Compacta de Bizkaia, que argumenta que su conservación condiciona el crecimiento de la empresa. Componen el listado un variopinto conjunto de viejas fábricas, talleres, puentes e incluso un barco. Algunos mantienen toda o parte de su primera actividad, otras se han quedado en reposo y la minoría se ha adaptado a los nuevos tiempos. Todas guardan unas características comunes, como la sobriedad en su construcción, sin churriguerismos ni materiales preciosos que elevaran ni una sola peseta el presupuesto de las obras. La catalogación de Cultura sigue un criterio de territorialidad. Vizcaya, el territorio históricamente más industrializado, acapara la mayor parte de los lugares de interés patrimonial: un total de ocho. Concretando aún más, la Margen Izquierda se lleva la palma, como resulta lógico. Guipúzcoa conserva cinco construcciones inventariadas, aunque no tan ligadas a la siderurgia. Álava, la provincia con menos peso industrial en la transición del siglo pasado al XX, también alberga un pequeño número de edificios significativos: cuatro. Cada una con sus propias particularidades, todas estas obras arquitectónicas comparten un nexo común: son auténticos monumentos al trabajo.

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