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Anulada la condena contra Nuréyev por fugarse de Rusia

La biografía del gran bailarín Rudolf Nuréyev por fin puede darse por completada: 36 años después de que fuera juzgado en su ausencia y se le condenara a siete años de prisión con confiscación de bienes, la Fiscalía General de Rusia ha anulado esa sentencia. Desgraciadamente, la revisión de esa vergonzosa condena ha llegado con cinco años y medio de retraso: desde enero de 1993, cuando murió de sida, Nuréyev yace en Sainte Genevieve de Bois, el cementerio de los alrededores de París donde han encontrado la paz los restos de numerosos personajes de la cultura rusa.Nuréyev, que nació hace 60 años en un tren, en la estación de Razdólnaya, en medio de la provincia siberiana de Irkutsk, era de origen tártaro, y fue en Ufá donde debutó como bailarín en espectáculos de aficionados. De allí partió a Leningrado, hoy San Petersburgo, para ingresar en la Escuela Coreográfica, y después de terminarla fue aceptado en el legendario Teatro de Ópera y Ballet Kírov, hoy Marinskii, donde bailó durante cuatro años.

En 1961 Nuréyev participó en la gira del Kírov en París, y, cuando ya regresaban a Rusia, en el mismo aeropuerto de la capital francesa, se decidió a dar el salto a la libertad y se quedó en Occidente.

El régimen comunista no quería que otros bailarines se vieran tentados a repetir la fuga de Nuréyev, y por eso decidió juzgarlo, aunque fuera en ausencia. El tribunal de Leningrado lo encontró culpable de traición a la patria, y en 1962 lo condenó a siete años de prisión con confiscación de todos sus bienes (que prácticamente eran nulos entonces). Más que contra Nuréyev, el juicio era una advertencia a los artistas en general.

Traidor y enemigo

El régimen soviético decidió borrar la memoria de Núreyev, al que consideraba traidor y enemigo del pueblo. El nombre del que ha sido, junto con Vatslav Nijinski, el mayor bailarín del siglo XX, desapareció de la URRS -la enciclopedia de ballet publicada en Moscú en 1981 ni siquiera hace mención de Nuréyev-, y sólo en la época de la perestroika de Mijaíl Gorbachov pudo hablarse nuevamente de él.Aquel juicio de 1962 tuvo efecto: hubo que esperar casi diez años para que el ejemplo de Nuréyev, el primer bailarín de la URSS que se quedó en Occidente, fuera seguido por otras estrellas del ballet ruso: Natalia Makárova se convirtió en 1970 en bailarina del American Ballet Theatre; a esa misma compañía se unió, cuatro años más tarde, Mijaíl Baríshnikov; Alexandr Godunov hace la misma opción en 1979.

Ahora se ha puesto punto final a aquella historia: la Fiscalía General, después de revisar el caso, ha llegado a la conclusión de que Nuréyev no traicionó a la patria ni divulgó secretos de Estado, por lo que ha anulado la sentencia dictada en 1962. De haber ocurrido la revisión en vida de Nuréyev, hubiera significado una victoria moral más para el gran bailarín.

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