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Tribuna
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Vergüenza

DE PASADAFRANCISCO CORREAL Ocho y media de la tarde. Relevo en la guardia de Capitanía. Media docena de soldados se ponen pingando mientras hacen honores a una batería de cañones. Un solo de corneta encierra como un cuerno vikingo la acústica de todo el Prado de San Sebastián. Se mueven los catavinos de Oriza y tiemblan los caballos mientras los cocheros van a lo suyo: a la derecha, el parque de María Luisa. Debe ser de la escuela del soldado que desafinó para mofa y escarnio de las autoridades castrenses cuando Felipe González hizo una ofrenda floral en Mostar en una de sus últimas salidas como presidente del Gobierno. Sevilla es la capital de las guitarras. "¡Oh guitarra! Corazón malherido por cinco espadas". El diagnóstico es de García Lorca. Han mancillado el azulejo que a su amigo Vicente Aleixandre le pusieron en los jardines Cristina. Algún ultra madridista cogió el spray y escribió sobre la leyenda del poeta del 27 un nombre: Raúl. Se han rasgado las vestiduras. Por lo menos se ha hablado de Aleixandre en pleno empacho de Federico ungiendo su inmortalidad con los inmortales de hoy día. Nadie se rasga el corpiño por un atentado más grave: en la casa natal del poeta una placa recuerda que ese palacio fue cuartel general de Francisco Franco tras la toma de Sevilla. Semiescondida, otra placa enseña al paseante que el niño que allí nació recibió ya anciano el Nobel de Literatura. "Yo vi pasar las tropas de Queipo de Llano por la calle Pedro del Toro", dice Dimas, chófer del primer teniente de alcalde Alejandro Rojas-Marcos. Su sucesora en la alcaldía, Soledad Becerril, está dispuesta a emprender una doble guerra contra los gorrillas y los que aparcan de gorra en el centro de la ciudad. Está escandalizada por la polución y las dobles filas. "El Arenal de Sevilla es una vergüenza", dice Becerril, que no lidera una campaña contra Lope de Vega. La política más coherente contra esta carrocracia rodada la practica el concejal del grupo mixto Ricardo Marqués, al que se le ve pedaleando en bicicleta con mejor estilo que Denilson por la avenida de la Palmera. En tiempos se dijo del CDS que cabía en un taxi. El grupo mixto cabe en una bici. Llegaron las lluvias como estandartes húmedos del otoño y chafaron el concierto de Mónica Naranjo. La segunda vez. Para tirarse de los pelos o hacer una versión cañón de Hair.

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