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EL 'CASO LEWINSKY'

Nervioso, inseguro, tenso

Resulta que Bill Clinton balbucea, se atasca, juega infantilmente con los tiempos verbales -dice que no tiene en estos momentos una relación con Lewinsky, no que no la haya tenido-, se refiere constantemente a lo que ya ha declarado cuando una pregunta le sorprende bajo de guardia, se saca de sus casillas,acusa a los interrogadores de estar intentando "criminalizar" su vida privada y hasta pierde por completo el control y necesita una hora para reponerse.Esta imagen del político de Arkansas, la contenida en el vídeo de más de cuatro horas de duración de su declaración del 17 de agosto ante el gran jurado del caso Lewinsky, no es ni mucho menos la que el político de Arkansas ha construido a pulso a lo largo de tres décadas de carrera política. En el vídeo, a tenor de los congresistas republicanos y demócratas del Comité de Asuntos Judiciales que ya lo han visto, no aparece el Clinton sereno y seguro que sus compatriotas conocían hasta ahora. No hay nada de esa capacidad de expresar con el rostro y el cuerpo la solidaridad con los otros en los momentos de apuro, ni tampoco la sonrisa seductora del hombre feliz de vivir en "el mejor país de todos los tiempos".

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El Congreso decide difundir el vídeo de Clinton

Acorralado por el feroz interrogatorio de los colaboradores de Starr, Clinton oscila en su declaración grabada entre la defensa patética de unos argumentos indefendibles -el sexo oral no es sexo-, la tensión permanente y el contraataque agresivo. Difundir este vídeo es una apuesta peligrosa para los enemigos del presidente, se pensaba ayer en Washington. "Puede, en efecto, cumplir el deseado objetivo de minar la imagen de Clinton, pero también puede despertar una corriente de simpatía por un hombre que aparece en muchas ocasiones como la víctima de una persecución inquisitorial", declaró Rober Snyder, del Freedom Forum.

Los norteamericanos, y el resto del mundo, ya conocen lo esencial de lo dicho por Clinton en ese vídeo, porque Starr lo incluyó en el informe difundido por Internet el pasado fin de semana. Pero una cosa es leer y otra ver. "Si lees algo parece abstracto, si lo ves parece real", dijo Robert Lichter, presidente del Centro para Asuntos Mediáticos y Públicos. "La televisión", añadió, "tiene un impacto mágico especial, y por eso los políticos están siempre deseando actuar para las cámaras. Pero lo del 17 de agosto no fue una actuación preparada para conseguir popularidad, fue algo nuevo en la historia de la política y la comunicación: un presidente grabado en sus momentos de mayor apuro".

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