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CRISIS FINANCIERA MUNDIAL

El polvorín latinoamericano

El contagio de la crisis de Brasil amenaza los logros de las economías de todo el continente

El torbellino financiero internacional, que ha devastado las bolsas de medio mundo, se ha instalado definitivamente en Brasil. El motor de la economía latinonamericana amenaza ahora con arrastrar en su caída al resto del continente sudamericano. El Estado brasileño tiene a sus espaldas el 45% de la producción latinoamericana, es el mayor socio del Mercosur y el que ha potenciado el éxito de ese mercado. Además es el principal socio comercial de Argentina, la segunda mayor economía sudamericana, a la que puede arrastrar al debacle total tras cuatro años de estabilidad.A pesar de los intentos del Gobierno por intentar desviar la atención de la crisis, que le ha llegado en plena campaña electoral, la semana pasada se rindió ante las evidencias. Un país que ha perdido más de 20.000 millones dólares (2,9 billones de pesetas) de sus reservas en el último mes, que tiene un déficit público de más del 7% del PIB y en permanente aumento y que elevó dos veces las tasas de interés interbancario en una semana para intentar evitar la fuga de dólares, es un país que necesita socorro.

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A tres semanas de las elecciones, el presidente brasileño Fernando Henrique Cardoso, que aspira a un segundo mandato de cuatro años, cedió a las presiones del mercado financiero y tras aumentar la tasa de interés interbancario para casi el 50% y anunciar recortes presupuestarios, pidió auxilio al presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, y al Fondo Monetario Internacional (FMI).

Tras las fuertes caídas que sufrieron las bolsas brasileñas la semana pasada, el mercado se calmó un poco esta semana y llegó incluso al éxtasis (el martes el índice Bovespa subió un 18,2%, la mayor subida desde el 95) con las señales de que el FMI tendría preparado un crédito a disposición de Brasil y con el mensaje de apoyo del presidene Clinton en Nueva York. Un respaldo, que según la prensa local, Brasil estaría tramitando ante el FMI y los países del Grupo de los Siete (G-7) por la vía del crédito stand-by y con el que pretendería acceder a unos 40.000 millones de dólares (5,8 billones de pesetas).

Pero ayer, Brasil volvió a la pesadilla tras el jarro de agua fria que lanzó el secretario de Tesoro norteamericano, Robert Rubin, al descartar una acción coordinada de las naciones más ricas para reducir la tasa de interés, como forma de evitar una recesión global. La consecuencia inmediata fue la caída de la bolsa de São Paulo, que tuvo que interrumpir sus negociaciones, al registrar un desplome superior al 10 % al comienzo de su sesión.

Asistencia desesperada

Mientras la ayuda financiera internacional no llegue a Brasil y el Gobierno insista en no devaluar la moneda para ahuyentar el fantasma de la inflacion, el alivio obtenido esta semana por el alza de los intereses interbancarios será limitado.Esta medida contuvo las fuertes caídas sufridas por las bolsas brasileñas, pero no ha logrado detener la fuga de dólares. El volumen de salida de capitales cayó este lunes para 350 millones de dólares (50.750 millones de pesetas), después de tres semanas consecutivas de pérdidas diarias de más de 1.000 millones de dólares (145.000 millones de pesetas).

Brasil, la gran estrella de la economía latinoamericana, no ha conseguido esta vez escapar de la desconfianza del mercado. Lo que el inversor ha visto es la grave situación fiscal brasileña. En estos momentos, el poderoso mercado interno de 160 millones de habitantes, la pujanza del parque industrial brasileño, el solido sistema bancario, la transparencia en las cuentas públicas y la apuesta de la sociedad en un proyecto de país moderno y abierto cuentan poco.

Lo que los desconfiados inversores examinan es sólo una cosa: riesgo. Y en Brasil este riesgo está muy alto. Está el déficit en las cuentas del Gobierno, que Brasilia promete corregir hace cuatro años y no consigue. Está el déficit público, 69.000 millones de dólares (más de 10 billones de pesetas) de junio del 97 a junio del 98, que crece sin parar y a cada aumento de los intereses interbancarios que se hace para defender el real la cuenta engorda todavía más. Algunos economistas estiman que si mantiene la tasa de interés interbancario del 49,75 % hasta final de año, las deudas del gobierno aumentarán en 27.000 millones de dólares (3,9 billones de pesetas). Está la necesidad de financiar el déficit externo con la entrada de dólares.Para mantener su estabilidad, Brasil necesita de una entrada continua de dólares. Sólo en compromisos externos de corto plazo, que vencen en los próximos 12 meses, el país debe cerca de 36.000 millones de dólares (5,22 billones de pesetas).

Los inversores no solamente están preocupados con el dinero que han mandado a Brasil, sino que también desconfían ahora de las empresas y bancos que han invertido mucho por aquí y en otros países de América Latina. Las acciones de esas compañías cayeron vertiginosamente en las bolsas internacionales.

La economía real

Los efectos de la crisis ya se extienden a los bienes industriales, ha llegado a la caída de las ventas del comercio y amenaza a los consumidores. El Gobierno, que preveía un crecimiento del 11% en las exportaciones de este año, ya ha reducido su proyección para el 5% o el 6%. Volkswagen y Ford han anunciado vacaciones colectivas para sus trabajadores y su decisión de reducir la producción. La Caja Económica Federal, institución estatal que financia la construcción, suspendió la semana pasada las operaciones de crédito a la vivienda, hasta que las tasas de interés vuelvan a un nivel razonable. El crédito se ha hecho muy díficil en todos los bancos, que han pasado a concederlo sólo a clientes excepcionales, por temor a no recuperar el dinero prestado.El escenario para un problable segundo mandato de Cardoso está lleno de nubes. Todo indica a que habrá recesión, hasta el punto de provocar la caída de la economía entre un 0,5% y un 3% del PIB, según diversos analistas. Las previsiones de los economistas apuntan a que la tasa del desempleo subirá del 8% actual hasta el 10%. El Gobierno tendrá que bajar rápidamente las tasas de interés, lo que implica desistir del capital externo como motor de crecimiento económico.Todo ello, sin contrar con cortes drásticos en el presupuesto o aumento de impuestos.

Pero todas estas hipótesis no contemplan la posibilidad de que Brasil tome medidas radicales, como una fuerte devaluación de la moneda. En este caso la situación se tornaría imprevisible.

La cuestión que más inquieta hoy al país es la posibilidad de que el Gobierno, partir del 5 de octubre, esté obligado a hacer una maxidevaluación del real. Esta salida, apuntada por muchos analistas, es negada por el Ejecutivo que teme que en un clima tenso, como el actual , la maxi devaluación de la moneda se pueda transformar en una devaluación incontrolada.

América Latina, el patito feo de la década de los ochenta, que se transformó en una perla lucrativa hasta casi el final de los años 90, concluye ahora el final de siglo como una gran interrogación.

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