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Crítica:TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Ambigüedad

Los tres nobles amigos son viejos amigos, aunque estén desconocidos en esta obra de Conejero, alma de la Fundación Shakespeare de Valencia, ilustre traductor del Bardo, que la firma con su segundo apellido. Son Romeo, Julieta, Mercuccio: se les imagina enamorados cada uno de los otros dos: y practicantes. No son los únicos. El número de actores y actrices es largo, como felizmente puede ocurrir con estas compañías juveniles y de escuela -de ninguna manera se entiendan estos calificativos como peyorativos: suelen ser conjuntos muy buenos- y la ambigüedad aparece en todos los personajes: bisexuales, homosexuales, asexuados; polivalentes, indiferentes; una gran promiscuidad. Está bien: es una de las formas de libertad de la persona que menos se suelen mostrar, y que tienen sus bellezas, su lirismo y su emoción. La ambigüedad no es sólo en ese aspecto amatorio: está en el tiempo, en una especie de transmigración de los personajes hacia el pasado (hacia Tebas, hacia Egipto), pero también hacia el futuro, hacia nuestros días: Cronos, que sale a escena y dirige la acción, les manda a su gusto. Hay un personaje eterno, Tybalt (Teobaldo), que puede ser un fascista, un militarista, un chulo de barrio de nuestros días. También en las críticas hay ambigüedad. Siguiendo una buena costumbre teatral, nadie es enteramente bueno ni enteramente malo, y el monólogo de Tybalt (Pablo Mensanch: un actor con voz, figura y matices, valioso) lo refleja así, en una larga expresión lírica.Comprendo que esta abreviatura de las ambigüedades de la obra puede resultar confusa al lector: hay que tener en cuenta que la obra misma lo es para el espectador. Esta gran libertad del creador Conejero por sus criaturas es noble y justa; pero no siempre está clara la acción. Temo que haya demasiadas cosas, demasiadas ideas, demasiados argumentos para el tiempo de la representación.

Tres nobles amigos

Tres nobles amigos, de Manuel Dionís-Bayer. Intérpretes: Juan Manuel Picazo, Daniel Pardo, Pablo M. Franch, Vanessa Fernández de Córdova, Currusca Malik, Pablo Menasanch, Carlos Castillo, Marco Antonio Pozueco, Francesc Tormos, Joan Garnero, Pablo Acinas, María Borrego, Bartomeu Roselló, Raquel Lázaro. Director de actores: Manuel A. Conejero Dionís-Bayer. Puesta en escena y diseños: Rafael Cruz. Movimiento: Mar Navarro. Música de Fernando. Dirección: Colectivo de la Cátedra-Laboratorio de Actores de la Fundación Shakespeare (Rafael Cruz, Dean Byrield y Juli Leal, coordinados por Manuel A. Conejero Dionís-Bayer. Sala Pradillo.

El libreto

Como es costumbre ahora, el hecho de que esta es una representación se hace muy patente: se alude a ello, aparece hasta el libreto, se dirige la acción desde fuera. Quizá una especie de psicoanálisis del teatro nos dijera que sabe que no puede entrar en la realidad y que explica que es ficción como para disculparse de sus propias limitaciones ante otros medios de expresión o de relato. Algo así intuyó Brecht; y desde luego, Pirandello. Sin olvidar a Calderón, al que hay algunas referencias en la obra, como a Lope.Desde luego, a Shakespeare: no sólo a Romeo y Julieta, sino a otras de sus obras, a algunos breves fragmentos o frases de lo que escribió. Sobre todo, se trata de una impregnación. Queda dicho que Conejero ha dedicado su vida a Shakespeare, y que sus alumnos están formados también en él. Sin tomar más que referencias, nombres de personajes, intermedios de payasos y una cierta filosofía desencantada de la vida (aunque esta obra es bastante más optimista), el halo es continuo.

Los actores: el conjunto es interesante, aunque haya diferencias de calidades. Encuentro en algunos de ellos diferencias notables entre la acción global y los monólogos: como si hubieran preparado, estudiado y compuesto mejor estos fragmentos. Como suelen hacer los cantantes de ópera. También el público de una representación de diario era muy joven: parecía atraerle más el encanto que emana de actores y actrices que la comprensión del texto difícil. Les aplaudieron con entusiasmo.

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