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Tres autores fabulan en torno al yo

Las novedades editoriales del año descubren un regreso del narrador intimista y 'sincero'

"El yo ha sustituido a Dios, no hay ninguna duda", dice Ignacio Carrión, y al menos no la hay mirando a las primeras novedades editoriales del año, que traen al yo, o mejor a un montón de yoes, como gran protagonista.

El yo de Ignacio Carrión en Alabado sea yo (Temas de Hoy) quiere ser un yo sólido y solidario. "Sin generalizar", aspira a dar voz al "acosado" yo masculino de los 90. El periodista parte de la frase de Thomas Bernhard "nosotros somos yo" y crea un yo a la vez abstraído y social, que busca "ordenar el cuarto que todos tenemos desordenado" mediante un "regreso a la reflexión serena que sirva de nuevo antídoto a la inmensa soledad acompañada".

"Un yo valiente, provocador sereno y solo, liberado de Internet, televisión y periódicos ", propone Carrión a lo largo de su breve ensayo. Un yo "sentado en una silla de enea, que lucha por salir del ritmo habitual y trata de vencer la pirueta de la alienación, el embrutecimiento de las conversaciones utilitarias, el egoísmo salvaje de la empresa".

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Ese yo de Carrión es, además de un autorregalo por su 60 cumpleaños, el final de un "ejercicio catártico": el de rebelarse, a través de la sinceridad y la masculinidad (a ratos la misoginia), contra el naufragio del hombre de hoy. Ese pobre hombre que el periodista, ganador del Nadal en 1995, sitúa frente "a un pelotón de mujeres a punto de disparar palabras con precisión asombrosa".

Raíces mestizas

Si Carrión intenta reconciliarse con la ternura y la felicidad, Fietta Jarque ejerce otro tipo de mirada en su novela Yo me perdono (Alfaguara). La periodista hispanoperuana viaja a la génesis del mestizaje cultural latinoamericano en busca de su identidad. Sitúa la acción en el Perú del siglo XVII, en el pueblo de Andahuiailillas (Cuzco), y allí indaga a fondo en la amistad y los conflictos que mantienen sus cuatro personajes principales: un in dio cuzqueño e un comerciante andaluz judío oculto; un cura católico conquistador y un pintor criollo hijo de peruana e invasor. "Son amigos, sí, pero saben que en cualquier momento, si quieren ser fieles a sus raíces, la traición puede asomar. Y de ahí el título".

Jarque retrata con gran fidelidad (ha investigado durante tres años) la rutina de una sociedad parecida a cualquier otra del continente, "llena de arribistas, curas, misioneros y cortesanos a la usanza española". Y el libro funciona así como un espejo de metáforas, quizá influidas por un yo que se proyecta sobre lo universal: "Se puede leer como una in triga pura, lineal, pero todo parte del arreglo de cuentas con un pasado conflictivo".

El regreso a esa época de sombra, tan poco imaginada en la literatura, deja muchas preguntas sobre la fragilidad contradictoria de lo mestizo, una cultura en la que se inscribe la tercera yoísta. Julia Álvarez nació en la República Dominicana, pero vi ve desde los 10 años en Estados Unidos, donde emigró con su familia. Escribe y publica en inglés, aunque su lengua literaria vive del cruce de dos mundos. Tras el éxito de su novela De cómo las chicas García perdieron su acento, Alfaguara publica ahora en España ¡Yo! (se presenta hoy en Madrid a las 20.00 en el Crisol de Galileo). Álvarez vuelve al tema del exilio, y trata también de la dificultad de crear, de las relaciones entre verdad y ficción y de las responsabilidades del novelista en este momento en que "las minorías hacen la mejor literatura de Estados Unidos".

Sobre ¡Yo!, afirma: "Yo es, en primer lugar, Yolanda García, la escritora protagonista del libro. Pero la novela trata además del yo, de los 16 yoes que cuentan a lo largo del libro, como si fueran cuentos independientes, O sea, que trata de Yolanda, pero al mismo tiempo habla de ellos mismos".

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