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Tony Catany expone en San Sebastián fotos premiadas por editores europeos

La mirada del fotógrafo Tony Catany (Mallorca, 1942) ha captado, sobre todo, rostros, paisajes y bodegones que llegan al espectador con tintes pictóricos. El autor, galardonado en 1997 con el Premio de Fotografía de los Editores Europeos, emplea una técnica conocida pero no tan utilizada: traslada el negativo a papel acuarela y seda natural, lo que crea la ilusión de contemplar una muestra de pintura hiperrealista. La casa de cultura Okendo de San Sebastián expone a partir de hoy parte de sus trabajos.

Rostros de ciudadanos de Venezuela y Cuba, paisajes urbanos, desnudos y naturalezas muertas que parece que pueden tocarse: todas las obras que se exhiben hoy en San Sebastián forman parte del libro Fotografías. Retratos, bodegones y desnudos, por el que Catany recibió el galardón que otorgan cinco casas editoras de publicaciones dedicadas a este arte desde 1994. La muestra recala en San Sebastián tras un viaje itinerante por salas de Madrid, Barcelona y Buenos Aires, entre otras ciudades. La exposición pone al alcance del público 24 de las 49 obras premiadas. Todas han sido capturadas por la peculiar sensibilidad del autor en la última década, tomadas en los viajes que ha realizado por distintos países de América o en Barcelona, ciudad en la que desarrolla su trabajo. En su actividad profesional, Catany se queda, sobre todo, con los gestos de las gentes de aquellos pueblos que conoció. Sus rostros adquieren una expresividad especial, por la utilización de una técnica que resalta la fuerza cromática. En todo caso, el fotógrafo no siempre ha trabajado en color. Sus primeros trabajos fueron en blanco y negro. Tony Catany se inició en el mundo de la fotografía hace tres décadas con una serie en la que ensayó la técnica del calotipo (negativos sobre papel y copias positivadas por contacto), que inventó W. H. Fox Talbot en 1835. Retrató primero paisajes, bodegones y desnudos para dedicarse después diez años a atrapar con su cámara naturalezas muertas. Pero, poco a poco, fue decantando su actividad profesional hacia el retrato y los desnudos. Sin embargo, se topó con un obstáculo en el camino: el color que conseguía con películas convencionales no acababa de satisfacerle. Por eso se planteó cambiar de técnica; transportar la película Polaroid 609 sobre papel acuarela y seda natural. "Esta técnica laboriosa", afirma Catany, "hace que cada ejemplar obtenido pueda considerarse único". El resultado es una obra fotográfica que se asemeja a los cuadros de los pintores más hiperrealistas. Catany se trasladó a trabajar a Barcelona en 1963. Desde entonces ha diversificado su actividad en diferentes campos. Ha realizado reportajes para la revista Destino, así como varios libros de fotografía. Entre ellos destacan Naturalezas muertas, La meva Mediterránia y Obscura memòria.

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