Primakov formará Gobierno en Rusia con un comunista como "número dos"
Rusia aún no tiene Gobierno, pero sí primer ministro. Como estaba cantado, la Duma aprobó por abrumadora mayoría (317 votos contra 63) la candidatura de Yevgueni Primakov. Otra cosa es que se sepa con exactitud cuál será el equipo que formará el ex titular de Exteriores, o su orientación política y económica. Su nombramiento es fruto del consenso que evitó la disolución de la Duma y tal vez algo mucho peor. Y tiene que contentar, por citar dos extremos, a comunistas nostálgicos de la época soviética y a ultraliberales partidarios de las reformas radicales.
El director del diario Segodnia, Mijaíl Berger, asegura que Primakov "no es rojo, pero sí un poquito rosa". Si es cierto, le vendrá bien para contentar a las huestes de Guennadi Ziugánov, pero deberá tener en cuenta que, cada paso que dé hacia la izquierda se verá con irritación en la derecha, y viceversa. Después de todo, ayer le votaron desde los comunistas y sus aliados hasta los liberales de Yábloko o los diputados de Nuestra Casa es Rusia, el partido del dos veces rechazado en la Duma Víktor Chernomirdin.No le será fácil a Primakov cuadrar el círculo. De momento ha empezando colocando como su primer vicejefe de Gobierno al comunista Yuri Masliukov, antiguo jefe del Gosplan, organismo de planificación económica soviética. Entrada ya la noche, se anunciaba también el nombramiento del ex embajador en España Igor Ivanov como ministro de Exteriores y se confirmaba en sus puestos a los titulares de Defensa (Igor Serguéyev) e Interior (Serguéi Stepashin) y Situaciones de Emergencia (Serguéi Shoigu).
Aunque Masliukov sea un pragmático que incluso fue ministro con el efímero y monetarista Serguéi Kiriyenko, su nombramiento supone una clara concesión a los comunistas que, si no tiene contrapesos claros, causará honda preocupación, sin ir más lejos, en la Casa Blanca o en la dirección del Fondo Monetario Internacional. Tampoco debe convencer mucho en esos despachos que Víktor Geráshchenko, otro típico representante de la antigua nomenklatura soviética, sea el nuevo gobernador del Banco Central.
Primakov, de 68 años (uno más que Borís Yeltsin) aseguró ante la Duma que "las reformas son necesarias" y que van a continuar porque, sin ellas, "no se puede superar la actual situación" que, ante la inminente llegada de los fríos, amenaza de escasez, e incluso de hambre, a buena parte de la población de un país que se extiende del Báltico al Pacífico. "No soy un mago", aclaró sin embargo para quienes pretendan exigirle que haga milagros o se saque un conejo de la chistera. Al mismo tiempo, dejó claro que la "estabilización financiera a nivel macroeconómico" no debe ser un fin en sí mismo, sino que ha de convertirse en un "puente hacia el desarrollo de la economía nacional y de la industria".
Conocimientos de economía
El que, minutos después, se iba a convertir en primer ministro ruso, dijo a los diputados que se equivocan quienes dicen que no entiende de economía, y recordó que, ya hace 20 años, fue nombrado miembro de la Academia de Ciencias en esta especialidad. Sin embargo, por mucho que se empeñe, será difícil que convenza a nadie, al menos por un tiempo, de que ése es el terreno en que mejor se desenvuelve.De hecho, Primakov se preocupó ostensiblemente por hacer ver que, incluso en estos momentos en que lo que más preocupa a los rusos es la escasez de alimentos o el tipo de cambio del rublo, hay otras cuestiones importantes que no se deben olvidar. "Hay un serio peligro de que Rusia se rompa", señaló. "La amenaza a la integridad del país no es una cuestión teórica o hipotética".
En su opinión, hay que dar libertad a las repúblicas y regiones para que actúen independientemente "dentro de los límites de la Constitución" pero, al mismo tiempo, "no habrá indulgencia hacia los intentos de perturbar el equilibrio de poderes, debilitar el liderazgo del poder central o ignorar a éste".
Ya por la mañana, Borís Yeltsin, que ha perdido su primera batalla con la Duma en sus siete años como presidente, se había dirigido a la nación por televisión para dar su versión de cómo se había superado la crisis política. "Durante tres semanas", afirmó, las pasiones políticas se han disparado mientras las tiendas se vaciaban y volvían las colas y la escasez (...) pero el liderazgo ha demostrado que, en un momento crucial, puede llegar a un compromiso".
A partir de ahora, añadió, el Gobierno tendrá que enfrentarse a estas tareas cruciales: "Que bajen los precios, vuelvan los productos a los estantes de las tiendas, se restaure el sistema bancario y se garanticen los depósitos de los ahorradores". "No hay que dejarse llevar por la desesperación", concluyó.
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