Parar, templar y mandar
Parar, templar y mandar. Es un viejo axioma del planeta de los toros. Vale también para el flamenco, donde los sofocos y los desmelenes epilépticos no son buenos para nada. Aunque hubo una Carmen Amaya genial que electrizaba sólo con ponerse de perfil; pero fue ella la única, y tengo mis dudas de que hoy se le consintiera con el mismo beneplácito.Eva la Yerbabuena se atiene a los cánones del clasicismo flamenco. Siempre lo hace, desde que unos años atrás inició su carrera, breve todavía, ¡pero tan intensa! Eva sabe que si no hay temple no hay majestad en el baile, no hay señorío. Esta noche su baile por soleá fue un prodigio de medida rigurosa, de mantener a ultranza un tiempo sostenido que dejaba espacio para el desarrollo más enriquecedor del mismo. Es así como solamente puede lograrse de la soleá, uno de los estilos más difíciles del flamenco, de los más bellos también, su perfección de obra suceptible de todas las posibilidades de la emoción flamenca.
Eva
Baile: Eva la Yerbabuena, con Eduardo Lozano, Andrés Peña y Carlos Álvarez. Cante: Enrique Soto, Segundo Falcón, Marina Heredia y María Carmona. Toque: Paco Jarana y Salvador Gutiérrez. Percusión: Antonio Coronel y Efraín Toro. Saxo y Flauta: Ignacio Vidaechea.Teatro Lope de Vega, en la X Bienal de Arte Flamenco
Otro punto culminante de la actuación de Eva la Yerbabuena fue su baile por granaínas. Un homenaje a su ciudad de origen, y a su padre también. Género que se dijo bailaba ella por primera vez, y parece que es cierto. Había expectación, por lo insólito del propósito y la falta de referencias. La granaína es un estilo de los llamados libres y, aunque hoy día prácticamente todo puede ser bailado, indudablemente no es fácil crear donde no hay nada que sirva de precedente y dé unas pautas más o menos válidas. Eva, que bailó la granaína con una preciosa bata de cola blanca, hizo una creación inspirada, aportó soluciones llenas de inventiva y logró un triunfo personal importante.
Como lo fue todo el espectáculo, en definitiva, cuya dirección artística y las coreografías fueron de su exclusiva responsabilidad . Paco Jarana hizo una música cálida, muy flamenca y de no fácil ejecución, ni para los músicos ni para los bailaores. Una música bellísima, moderna, que vistió el espectáculo con sonidos de extraordinaria calidad. Los cantaores contribuyeron con un cante idóneo, muy bien hecho, especialmente por parte de ese gran cantaor que se llama Enrique Soto, cuya voz tuvo unos ecos realmente hermosos. Los bailaores que acompañaron a La Yerbabuena actuaron con profesionalidad y tuvieron momentos personales de excelente presencia.
Eva es una de las nuevas producciones de la Bienal que más han impactado hasta el momento, y el público aplaudió largamente puesto en pie. Una fiesta de arte que dignifica al flamenco.
Babelia
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