"Willy" vuelve por fin a las aguas de su infancia
La orca que ha pasado 18 de sus 20 años en cautividad nada ya en los mares de Islandia
Willy quedó finalmente liberada ayer, con precisión militar, minuciosamente observada por 200 periodistas. La orca convertida en estrella de Hollywood en las películas Free Willy (Liberad a Willy), nada ya en sus aguas natales, en Islandia. Allí fue capturada cuando apenas acababa de nacer; y ha pasado 18 de sus 20 años en cautividad. Su traslado a las Islas Heimaey y su liberación son el fruto de una campaña que ha durado cuatro años.
Buena parte de los 12 millones de dólares (1.776 millones de pesetas) que ha costado la operación se han financiado con la ayuda de los centavos que miles y miles de niños han enviado en sobres a una fundación para que Willy nadara en libertad. El resto procede de donaciones privadas, además de dos millones de dólares (296 millones de pesetas) que ha entregado la Warner Bross, que ganó 75 millones (11.100 millones de pesetas) sólo con la primera película. Pero la orca ni siquiera se llama Willy; su nombre real es Keiko (en islandés, "feliz"), y en nada hace honor a su especie, las llamadas "ballenas asesinas". Keiko fue capturada en 1979 por un pescador islandés, que se encontró al animal atrapado en sus redes cuando apenas medía unos pocos centímetros. El pescador vendió la ballena al acuario Saedyrasafnid de Islandia, y en 1982 fue revendida a otro en Canadá. Fue precisamente en Ontario donde Keiko contrajo un virus similar al herpes del que no ha logrado nunca desprenderse. En 1985 Keiko fue vendida por 350.000 dólares (52 millones de pesetas) al Reino Aventura de Ciudad de México, y allí comenzó su auténtico calvario como animal de circo. Tenía que actuar varias veces al día y el resto de la jornada la pasaba encajonada en un pequeño depósito de agua que apenas le cubría la parte superior del lomo.Después de siete años en esas condiciones, el equipo de producción de una película de la Warner Bross escogió a esta ballena para rodar las escenas de un guión que narraba las desventuras de un animal maltratado por los responsables de un acuario, y los desvelos de un niño llamado Jessie, para liberarle.
La película tuvo más éxito del que habían vaticinado sus productores, tanto como para dar lugar a otras secuelas. Cuando la segunda parte estaba en proceso de rodaje (esta vez con una orca de plástico: Keiko sólo aparece en la película original) la revista Life publicó un reportaje sobre las pésimas condiciones en las que vivía el animal. La información movilizó a los estudios de cine y a un multimillonario, Craig McCaw, para poner en marcha una campaña que ha llevado por título el mismo que la película: Liberad a Willy.
Cientos de personas han hecho donaciones particulares, y buena parte del dinero ha llegado en sobres que en ocasiones apenas contenían unos centavos enviados por niños desde los colegios. Lo primero que se hizo fue construir un tanque artificial -unos 1.000 millones de pesetas- en el Acuario de Newport (Oregon), donde Keiko ha vivido estos últimos años.
Pese a la felicidad por este desenlace, los biólogos tienen algún temor: Keiko es "mentalmente torpe", o al menos más torpe de lo que debe ser una orca. No está acostumbrada a la ausencia de hombres a su alrededor que la alimenten. Y los científicos temen que, después de todo, Keiko no sea capaz de adaptarse a su nueva vida. Pero ya aletea de nuevo en el reino del mar.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.