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El desalojo policial del local "gay" destapó el escándalo

Antonio Jiménez Barca

El caso de presunta corrupción municipal alrededor de la sauna gay Paraíso, situada en la calle del Norte, en el distrito Centro, saltó a los titulares de la prensa, en un principio, como una denuncia de los colectivos homosexuales de Madrid. La policía, que tenía orden de precintar el local porque carecía de licencia de actividad, se presentó en la sauna el 10 de junio de 1996. Ante la persistente negativa de su dueño, Francisco Herrero, a aceptar el precinto, los agentes no sólo detuvieron al propietario, sino que desalojaron el local, que entonces albergaba a unas cien personas. El Colectivo de Gays y Lesbianas de Madrid denunció "el atropello policial" porque los agentes obligaron a identificarse a las personas que se encontraban en el establecimiento. La policía, en su parte, apuntó que sólo pidió la documentación "a algunos" de los clientes, "para demostrar en su día que el local se encontraba ejerciendo su actividad".La historia tomó otros derroteros cuando Herrero, propietario de la sauna denunció el supuesto caso de "corrupción". La misma noche del precinto, el dueño de la sauna, en la comisaría, confesó que había mantenido contactos con funcionarios municipales para que, a cambio de dinero, no le cerraran el local. Herrero protagonizó, a partir de entonces, todo el caso. Salió en periódicos, emisoras de radio y programas de televisión local donde reiteró que en la Junta del distrito de Centro "se perdían expedientes". Y apostilló: "A no ser que untes a funcionarios, la cosa no sale adelante".

Llegó incluso a querellarse contra el alcalde, José María Álvarez del Manzano, y la concejal de Centro, María Antonia Suárez, ambos del PP, "por no atajar la corrupción". Entonces afirmó que el Ayuntamiento le había precintado el negocio "por venganza". Tras muchos dimes y diretes, el municipio levantó el precinto de la conflictiva sauna el 9 de agosto de 1996.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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