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La matriz mediterránea

Hoy, con la conferencia de Simon Peres en el Palacio de San Telmo, y mañana, con las firmas constitutivas de los representantes de la Junta de Andalucía, el Reino de Marruecos y la Fundación Simón Peres, culminan los trabajos preparatorios de la Fundación de las Tres Culturas. El proyecto ha sido personalmente impulsado por Manuel Chaves y desarrollado, hasta su actual y feliz cumplimiento, por Ana Gómez (Directora General de Asuntos Europeos y Cooperación) y Antonio Pascual. Además de su valía como gesto simbólico, la creación de esta Fundación demuestra valor ético. Lo que hoy y mañana puede ser sólo imagen, desde pasado mañana será algo mucho más importante: una responsabilidad y un reto para el gobierno socialista de la Junta de Andalucía. Cuando se idea, se desarrolla y por fin se última y se pone a punto algo a la vez tan hermoso y tan necesario, se contrae la obligación de cumplirlo. Porque esta Fundación nace para promocionar acciones y proyectos de cooperación que vayan desde la defensa del patrimonio histórico y cultural hasta la planificación turística o la cooperación empresarial; y para que el encuentro entre culturas y religiones haga posible el fomento de la paz, el diálogo y la tolerancia como condición necesaria para el acercamiento entre los pueblos. Lo que equivale a decir que se plantea actuar no tanto sobre lo que somos hoy, sino sobre lo que podríamos ser mañana si no rompiéramos con el origen que nos hizo. Estamos, por lo tanto, hablando de Jerusalén, de Atenas, de Roma, de Damasco; del origen más remoto de la democracia y de la filosofía occidentales o del asombroso salto a la abstracción monoteista. Estamos hablando de lo que para nosotros debería ser lo más importante, del Mediterráneo en el que se desarrollaron los hechos políticos, filosóficos y religiosos que cambiaron para siempre la historia de la humanidad. Actuar aquí supone un gran valor por la responsabilidad que se contrae al tocar con las manos el origen que nos hizo. Todo nuestro futuro depende de como se asuma y se actualice (lo que supone eliminar aderencias históricas indeseables) este pasado para que los procesos de globalización aculturadora y las líneas de fuerza económico-estratégicas de la nueva situación geopolítica no nos arranquen de nuestro origen greco-semita ni marginen, otra vez, y probablemente ésta de forma definitiva, a los paises mediterráneos. Andalucía, que no ha tenido más grandeza que la que le vino de ser tierra de convivencia entre las tres culturas (también, desgraciadamente, de lucha entre ellas: es lo que hay que eliminar), es un lugar privilegiado para albergar y hacer real y posible este proyecto. Isidoro, Averroes o Maimónides -puentes tendidos entre oriente y occidente- lo atestiguan. Por ello, deseamos a la Fundación la mejor de las suertes, todas las venturas. Puede ser, debe ser, un factor importante que nos ayude a crecer de la única forma que podemos hacerlo: desde el reconocimiento del común origen que nos hizo a todos en la gran matriz mediterránea.

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